miércoles, 15 de abril de 2009

Una paella para Proteo

¿Sabían, amigos, que Proteo es una divinidad marina de la mitología griega, llamada también “El Viejo Mar”? Tenía la facultad de conocer el futuro, pero nunca lo revelaba, a no ser que le obligaran a ello. Para evitarlo, cambiaba de forma a su antojo, y lo hacía con frecuencia para ocultarse de los mortales.
Del griego pasó al español la palabra proteo como adjetivo, que califica a las personas inconstantes, al hombre que cambia frecuentemente de opiniones y afectos.Todos hemos disfrutado alguna vez de una rica paella, ese guiso de arroz con carne, pescado, marisco, legumbres, originario de un lugar del Levante español, llamado Valencia.
Pero la paella no sólo es el nombre del guiso, sino también del recipiente donde éste se elabora. De manera que ese recipiente de hierro, de poco fondo y con dos asas, que sirve para hacer la paella se puede llamar paella o paellera.
Entre los anglicismos que nos invaden figura la palabra “lunch”, que literalmente se traduce por “comida ligera”. En el español de este lado del Atlántico tomó la forma “lonche” y, de hecho, algunos locales donde se sirve comida son llamados “loncherías”, aunque ninguna de las dos palabras está recogida en el Diccionario de la Academia.
Sí existe, sin embargo, en español el vocablo loncha: “trozo pequeño y delgado de algo”, (loncha de jamón, loncha de carne, de tocino.)
Y aunque la palabra lonja es casi idéntica a loncha, pues significa “cosa larga, ancha y poco gruesa, que se corta o separa de otra”, no hay que olvidar que el otro sentido muy conocido de lonja es “edificio donde se juntan mercaderes y comerciantes para sus tratos y comercios”.
Y terminamos puntualizando que tanto da lucubrar como elucubrar, ya que los dos verbos significan “imaginar sin mucho fundamento”, o “hacer una divagación complicada y con apariencia de profundidad”. Y es claro que las lucubraciones o elucubraciones son inútiles y sólo conducen al desconcierto.

Luque Maricarmen

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