miércoles, 29 de abril de 2009

Los parecidos pueden confundir

Hoy ponemos sobre el tapete algunas palabras que por su parecido confundimos y otras que involuntariamente usamos mal.

Dos vocablos que heredamos de los árabes son algarada y algazara. Una algarada es un tumulto de escasa importancia causado por algún tropel de gente. Pero no debe confundirse con la algazara, que es el ruido de muchas voces juntas que nacen, por lo general, de la alegría. Noten la diferencia: “La manifestación de los maestros terminó en una algarada en el patio del colegio, mientras la suspensión de clases produjo una alegre algazara estudiantil”.

Arrogarse no es lo mismo que irrogar. Arrogarse es atribuirse o apropiarse indebidamente de facultades, derechos u honores. Sin embargo, irrogar es causar o infligir daños o perjuicios a otros. Así: “Los parientes de Sinatra se arrogaron el derecho de disponer de su legado benéfico, irrogando un perjuicio económico a las instituciones beneficiarias”.

Y ya que salió la palabra infligir cuyo significado es causar daños, debemos distinguirla de infringir, que significa quebrantar leyes, órdenes o preceptos.

Frecuentemente se comete error al conjugar el presente y el pasado del verbo venir, y se oyen a menudo frases como: “¿ayer veniste a esta casa o fuimos nosotros los que venimos?

Cuando lo correcto es “ayer viniste y nosotros vinimos” (en pasado). Venimos, en presente.

Me preguntan cuál es la diferencia entre mecenas y prócer. Un mecenas es la persona que patrocina las letras o las artes. Aunque, ciertamente, con frecuencia esa persona es eminente, elevada o prócer de la sociedad a que pertenece.

De hecho, Cayo Mecenas fue un personaje destacado en la sociedad romana, allá por el año 68 a. de Cristo. Consejero del emperador Augusto, fue protector de las letras y de los literatos. Por eso el nombre de mecenas se aplica a aquellos que desde su elevada posición protegen y ayudan a escritores y artistas.

Luque Maricarmen

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