miércoles, 29 de abril de 2009

Extranjerismos En “versión original”

No podríamos enumerar todas las palabras que han ido pasando a través del tiempo de otras lenguas a la nuestra, porque casi son innumerables. Pero sí podemos citar algunas de uso cotidiano indicando, de paso, cuál es su forma correcta. Forma que, en unos casos, se adaptó a la lengua receptora y, en otros, permaneció fiel a su origen.

Del francés recibimos bufé o bufet, comida compuesta de platos calientes y fríos que se sirve de una vez, cubriendo la mesa.

Del “buffet” francés, pero con otro sentido, procede el bufete en español, referido a una mesa de escribir con cajones, y también, al estudio o despacho de un abogado.

El bidé, procedente del francés “bidet” (caballito), tal vez por la forma de usarlo sentándose a horcajadas sobre él, es el recipiente ovalado que se instala en el cuarto de baño y que, dotado de un solo grifo, sirve para el aseo de las partes pudendas, o mejor, partes íntimas. (Pudendo: feo, que debe causar vergüenza.) De ahí mi preferencia por íntimas.

Otro galicismo de uso frecuente en algunas zonas hispanohablantes es chalé o chalet, casa de una o pocas plantas, con jardín, destinada especialmente a vivienda unifamiliar.

Ya no del francés, sino del “ticket” inglés, tenemos el anglicismo tique, ya adaptado a nuestro idioma. Es el papel o cartulina que acredita el pago de un servicio, una compra o el derecho de entrada a un local. En Colombia y algunos países centroamericanos se ha adaptado en la forma tiquete. En su lugar, existen en español términos equivalentes: boleto, entrada, billete, vale, recibo, etcétera.

Es importante saber que los extranjerismos que se van incorporando al vocabulario de los hispanohablantes sin pasar por un proceso de asimilación, sino en “versión original”, como best seller, blues, bulldozer, no cambian su forma al pluralizarlos: un best seller o varios best seller. Más fácil, ¿no?

Luque Maricarmen

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