sábado, 18 de abril de 2009

Curiosidades lingüísticas e históricas

Siguiendo la pista de la palabra española asesino, me encontré con el hallazgo del prestigioso lingüista José María Iribarren, incansable rastreador de la historia de tantas palabras de las que frecuentemente hacemos uso.
Hay que remontarse al siglo XIII para encontrar su origen en el vocablo árabe hasasi, bebedor de “hasis”, una bebida narcótica obtenida de las hojas del cáñamo indiano, cuyo nombre técnico es “cannabis indica”.
Este estupefaciente, conocido generalmente con el nombre de “haschisch”, es llamado “charras” en India; “kif” en algunos lugares de Africa del Norte; “haxix” en Egipto; “grifa” en Marruecos, y “hachís” o “marihuana” en español.
Según Iribarren, la toxicomanía por marihuana o mariguana ya se encuentra en las narraciones de Marco Polo, aunque fue antes cuando el nombre de hasasi se aplicó a los secuaces de un musulmán conocido como el “Viejo de las Montañas”, el cual embriagaba a sus hombres con “haschisch” y los llevaba al jardín de su palacio, donde había reunido los mayores lujos y placeres. Utilizando el especial estado de los intoxicados les hacía creer que estaban en el paraíso, sugestionándoles para conseguir su absoluta obediencia, y luego los inducía a cometer los crímenes más sangrientos.
De esta secta de consumidores de haxix, los “haxixin”, procede la palabra asesino, cuyo uso no se generalizó en español hasta el siglo XVIII.
Y ya que nos hemos encontrado con Marco Polo, les comento una anécdota histórica poco conocida: este navegante veneciano fue el primer europeo, y único hasta hoy, nombrado alcalde de una ciudad china, pues en 1275, al ganarse la confianza del emperador chino, Kan Qubilai, le nombró jefe de la administración de la ciudad de Yan-Cheu, cargo que mantuvo durante tres años.
Son curiosidades lingüísticas e históricas. Otro día, más.

Luque Maricarmen

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