Tenemos en español dos vocablos que significan prácticamente lo mismo: éxodo y diáspora, aunque conviene matizar.
La palabra éxodo viene del latín “exodus” que significa “salida”, y pasó a nuestra lengua como “emigración de un pueblo o de una muchedumbre de personas”.
Diáspora, de origen griego, significa “dispersión”, y en español se emplea para referirse a la “dispersión de los judíos exiliados de su país”, a partir del siglo III a. C., aunque también se aplica, por extensión, a “la dispersión de grupos humanos que abandonan su lugar de origen”.
Y aunque entre los dos términos hay una diferencia de matiz, se suelen emplear ambos en referencia a la historia del pueblo judío, ya que en ella se han dado con exactitud los significados de los dos.
Otro tema, que nada tiene que ver con lo anterior, es la palabra folklore, relativamente nueva en nuestro idioma, pues fue en 1925 cuando la Academia la adoptó procedente del “folklore” inglés, compuesto de “folk”, gente o vulgo, y “lore”, conjunto de hechos y creencias.
Hoy, el folclore o folclor, ya escrito así, es el conjunto de creencias, costumbres, artesanías, bailes, etcétera, tradicionales de un pueblo. En realidad, el folclor es la cultura popular en todas sus manifestaciones, y así la llamamos hasta que el inglés nos prestó la palabra “folklore”.
Los folcloristas son los que estudian y rescatan esas tradiciones populares, pero no los confundamos con folclóricos, porque éstos son los que cantan y bailan sones y ritmos tradicionales.
Y termino señalando la extraña costumbre de escribir la palabra reina, que designa a la esposa del rey, o a la que ocupa el trono real por derecho propio, con y (griega). Reina se escribe con i (latina), aunque el masculino, rey, se hace con “y”. En español, la y (griega) no tiene valor vocálico dentro de palabra, salvo en algún extranjerismo.
Y lo mismo sucede con el nombre propio Reina, muchas veces escrito Reyna, tal vez para darle más exotismo. Si en latín la palabra reina es “regina”, más me gustaría respetar el nombre original, pero eso ya es cuestión de gustos.
Lo que no depende de gustos, sino de ortodoxia en el lenguaje es sustituir la “i” por la “y” en la palabra que nombra a la que desempeña el oficio de reinar.
Luque Maricarmen
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