miércoles, 22 de abril de 2009

Sacarle partido al verbo pelar

Una palabra a la que se le puede sacar partido, a pesar de ser sencilla y de uso corriente, es el verbo pelar.
Antes de seguir, quiero aclarar que el adjetivo corriente equivale a común u ordinario; es corriente lo que sucede con frecuencia, lo que es de uso común. Y no es lícito darle a este vocablo el sentido de vulgar o de mal gusto.
Pues bien, el término “pelar” encierra varios significados, y para todos ellos lo empleamos: pelar es cortar el pelo, es quitar las plumas a un ave, es quitar la piel a un animal, es quitar la piel o la corteza a algo.
Pero, en sentido figurado, sus significados y usos son innumerables. Pelar es quitar con engaño, arte o violencia los bienes a alguien: “Entre todos los herederos lo dejaron pelado”. Pelar es criticar a alguien: “Están pelando a una amiga común”. Y un pelado es alguien grosero: “Ese joven no tiene educación, es un pelado”.
En locuciones familiares, “pelar” aparece con frecuencia: “Ese es duro de pelar” se dice cuando alguien es difícil de convencer; “corre que se las pela”, cuando ejecuta algo con rapidez, o dicho de una cosa caliente o fría, cuando produce una sensación extremada: “El agua de la alberca está que pela”, o “hace un frío que pela”, si la temperatura ambiente es muy baja.
Sin embargo, ni en sentido figurado ni en el literal, pelar es hacer caso, escuchar o atender. Por eso, es expresión indebida, aunque bastante frecuente “no me pela”, cuando se quiere expresar: “No me hace caso”, “no me escucha” o “no me atiende”.
Y respondiendo a un lector amigo, vademécum es un término latino formado por las palabras “vade”, ven, y “mecum”, conmigo. Se llama vademécum a un libro de poco volumen y de fácil manejo para consulta inmediata de nociones o informaciones fundamentales.
Hoy, en plena era informática, habría que revisar el significado de esta palabra, pues raro es el que no dispone de su “vademécum” fijo o portátil, la computadora.

Luque Maricarmen

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