viernes, 14 de febrero de 2014

Acrósticos, siglas y acrónimos

Vamos por partes.
El acróstico es una composición poética hecha por versos cuyas letras iniciales, medias o finales forman una palabra o una frase. A veces se plantea el acróstico como un pasatiempo que consiste en encontrar esas palabras o frases. La sigla, como se sabe, es el conjunto de letras iniciales con que se abrevia una expresión compleja, así SEP, UNAM, ONU, etcétera son siglas conocidas por todos. Un acrónimo es un tipo de sigla que se pronuncia como una palabra, por ejemplo OVNI que es la sigla correspondiente a objeto volante no identificado. Pero un OVNI ya no es solo una sigla es un acrónimo que tiene su propia identidad. El OVNI es un objeto considerado de procedencia extraterrestre. UFOLOGIA se llama la investigación que se basa en esa creencia, es palabra tomada del inglés ufology. Y son también acrónimos los vocablos que se forman por la unión de las letras o sílabas iniciales y finales de palabras, por ejemplo FERRONALES, acrónimo de Ferrocarriles Nacionales o BANXICO, acrónimo de Banco de México.
Pero lo que demuestra el ingenio creador del hombre y su afán por comunicarse es la formación de palabras nuevas a partir de siglas y acrónimos. Así por ejemplo de SIDA, acrónimo de Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida cuyo significado es enfermedad viral consistente en la ausencia de respuesta inmunitaria se han formado sidafobia, el miedo morboso al SIDA y sidoso que es el afectado de SIDA.
Ya decía el poeta Pedro Salinas en 1948 “vivimos en el siglo de las siglas”, y hoy sesenta añor después ya en otro siglo, se cumple lo que otro poeta auguró de ellas “las siglas, ese gris ejército esquelético, avanza implacable”. Lástima con ellas se va perdiendo el placer de saborear las palabras, de descubrir y disfrutar de sus distintos matices. Les traigo a este respecto un poema de Salinas. En sus versos exalta el valor de las palabras, su origen y el camino recorrido hasta llegar a nosotros, escuchen:

De dónde, de dónde acuden huestes calladas
A ofrecerme sus poderes, santas palabras.
Como el arco de los cielos, luces dispara
Quién llegarme hasta los ojos, mil años tardan
Así bajan por los tiempos las milenarias.
Cuantos millones de bocas tienen pasadas
En sus hermanados sones, tenues alas
Vienen del ayer hasta el hoy, va hacia el mañana.
De qué lejos misteriosos su vuelo arranca
Norte y sures y orientes, luces romanas
Misteriosas selvas góticas, cálida Arabia.
Desde sus tumbas sinnúmera sombras calladas,
Padres míos, madres mías, a mí las mandan.
Cada día más hermosas por más usadas,
Se ennegrecen, se desdoran oros y plata,
Hijo, rosa, mar, estrella nunca se gastan.
Bocas humildes de hombres por su labranza
Temblor de labios monjiles en la plegaria,
Todos, un son detrás de otro, la vuelven clara
Y entre todos me la hicieron, habla por habla

Soñando, sueña que sueña, canta que canta.

Maricarmen Luque

Los Refranes

No me canso de comprobar la sabiduría popular que encierran los refranes, sabiduría no aprendida en libro alguno sino extraída de la vida misma. Decía en Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha a su incondicional escudero “paréceme Sancho que no hay refrán que no sea verdadero porque todos son sentencias sacadas de la mesma experiencia madre de las ciencias todas”
Y es una lástima que no recurramos a ellos con más frecuencia en nuestro lenguaje diario, porque la verdad es que los hay una para cada una de las situaciones que vivimos. Sensato es el refrán propio de las tierras frías “calor de paño, jamás hizo daño”, supone una alabanza a la prenda de abrigo confecciona en paño tela de lana muy tupida que, aunque no fina, está indicada contra las mordeduras del frío.
Cuentan del poeta español Campoamor que allá por los años de su ancianidad a finales del siglo XIX tomó por costumbre usar, casi constantemente, un grueso paletó. El paletó que no el paleto que es la persona rústica y sacia, pues como les digo el paletó que el poeta no se quitaba de encima era un gabán de paño, grueso, largo y entallado. Y cómo alguien le preguntase porque se arropaba de tal manera, el socarrón asturiano contestó “porque quiero comprobar cuánto dura un poeta bien abrigado”. Y fíjense que no empleo mal método porque sin conocer los antibióticos el poeta llegó a cumplir 85 años de vida.
Otro refrán: “donde las dan, las toman” expresa que al que hace daño u ofende le acaban pagando con la misma moneda. En decir que el ofensor no tardará en ser ofendido. Y viene como anillo al dedo, o sea oportunamente, a la anécdota que les comento: todos sabemos que Bretaña es una región francesa y los naturales de ese lugar se llaman bretones. Pues cuentan que el escritor español apellidado Bretón de los Herreros, secretario que fue de la Real Academia de la Lengua allá por el siglo XIX, tenía un vecino bromista médico de profesión de apellido Mata. Un día el doctor Mata en plan de burla colgó un cartel en la puerta del escritor con la inscripción “en esta habitación no vive ningún bretón” y fíjense como donde las dan las toman al día siguiente en la puerta del galeno colgaba otro cartel que decía: “vive en esta vecindad cierto médico poeta, que al fin de cada receta pone Mata y es verdad”. Es un ejemplo práctico del refrán que les comento.

Bueno antes de irme quiero responder a una pregunta formulada por un radioescucha. ¿Cuándo a consecuencia de un golpe o por otra razón sale en la piel una mancha amoratada negruzca o amarillenta cómo se llama: moratón o moretón? De cualquiera de las dos formas, el moratón, moretón o cardenal, responden a la misma definición.

Maricarmen Luque

Sobre el estornudo

Sobre el estornudo hay mucho escrito. El origen de la palabra está en el verbo latino sternutāre tomado literalmente del sonido que causa el que estornuda como si exprimiera las tres primeras consonantes del vocablo latino str. La verdadera raíz del verbo estornudar como la de todas las palabras que pertenecen al lenguaje de la naturaleza es la armonía imitativa, esa grande y maravillosa etimología de la creación. Los antiguos daban al estornudo distintos agüeros: era señal fatal si se estornudaba hacia la izquierda y augurio favorable si se hacía hacia la derecha, presagio de felicidad para el que estornudaba al nacer. Señal de buen agüero si se estornudaba por la tarde, malo si se hacía por la mañana y peor si se producía al salir de la cama.
En la antigüedad se llamó al estornudo “pequeña muerte” pues se creía que al estornudar el alma se separaba del cuerpo. Pero, de dónde vienen las expresiones que se dirigen hacia el que estornuda: en tiempo de Aristóteles el estornudo era tenido como algo divino razón por la que al estornudaba se le decía “Vive! que Zeus te salve”. Los romanos decían “Salve!”, nadie era indiferente a un estornudo y si no había quién saludara al estornudador el mismo lo hacía.
Cómo el estornudo era muchas veces aviso de resfriado y parece que en la peste que sacudió Roma en el siglo VI los infectados morían estornudando se impuso la costumbre entre los cristianos de responder a un estornudo ajeno con las expresiones de “Dios te bendiga”, “Jesús” o “Salud” con el fin de espantar la enfermedad.
Avicena, un médico árabe del siglo X, explicaba la costumbre del saludo al considerar el estornudo como señal de un desorden físico, por lo que era bueno desearle salud y pedir a Alá que lo librara del mal. Los alemanes ante el estornudo también dicen “salud”, los italianos “felicidad”. En la cultura anglosajona se dice “un estornudo un deseo, dos estornudos un beso, tres estornudos algo mucho mejor”.
El escritor y ensayista francés del siglo XVI Montaigne escribe sobre el estornudo éstas palabras: “¿Me preguntáis de dónde proviene esa costumbre de bendecir a los que estornudan? Nosotros producimos tres clases de viento: el que sale por abajo es demasiado puerco, el que exhala nuestra boca lleva algún reproche de glotonería, el tercero es el estornudo y porque viene de la cabeza y no es acreedor de censura le dedicamos honroso recibimiento, no os burléis de esta sutileza de la cuál Aristóteles es el padre.
Curiosa y larga historia la del estornudo. De las diferentes interpretaciones que se le ha dado a través del tiempo y las distintas expresiones que lo acompañan.

Maricarmen Luque