lunes, 20 de abril de 2009

Hay que frenarla: Anglomanía

Pedro Salinas, el poeta, ya dijo en cierta ocasión que estamos en el siglo de las siglas. En realidad se refería al siglo XX, pero en el XXI las cosas no han cambiado.
Seguimos invadidos por las siglas, esos signos que encierran un denso contenido y sirven para ahorrar letras, economizando trabajo, tiempo y espacio. El colmo del pragmatismo, del sentido práctico que nos rodea.
Pero les confieso que a mí me complican la vida. Porque como no conozco el nombre de las letras en inglés, resulta que cuando me deletrean determinadas siglas, no sé qué letras debo escribir, ya que se empeñan en decírmelas en esa lengua, en lugar de hacerlo en español cuando entre hispanohablantes nos estamos comunicando.
Y es que no entiendo la necesidad de llamar dividi a estas tres letras: DVD (de, uve, de). Lo mismo que llamar cidi a lo que se escribe CD (ce, de), nombre de estas letras en nuestro idioma. O di yei a lo que se abrevia con las iniciales DJ (de, jota), así llamadas en español. Y aún más, llamar cidirom a la palabra que ya existe en español correspondiente a cinco palabras inglesas: Compact Disc Real –Only Memory, CD-ROM, pronunciada en español cederrón.
Sin hablar del complicado aiciquiú para nombrar una sigla cuyas letras son ICQ (i, ce, cu). Son ganas de “rizar el rizo”, o sea, “complicar algo más de lo necesario”, que es lo que significa la expresión.
No, amigos, por muy inglesas que sean las palabras representadas por las siglas, éstas no son más que siglas, y a la hora de nombrarlas entre hispanohablantes, a las letras deberá dárseles el nombre que tienen en español, no en inglés.
Si no, terminaremos olvidando lo primero que aprendimos de nuestra lengua en la escuela, el alfabeto o abecedario.
Ya sé que en este caso el uso manda y crea “leyes”, pero yo sigo poniendo mi granito de arena para frenar la anglomanía.

Luque Maricarmen

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