miércoles, 15 de abril de 2009

La salud del idioma español es robusta

Sobre el estado de salud del español, escribió un oportuno artículo que yo les paso hoy, el prestigiado académico, Gregorio Salvador. Sale al paso de la insistente pregunta de: ¿cuál es actualmente el estado de salud de nuestra lengua?
Ataca, Salvador, el abuso de esas metáforas antropomórficas que se aplican al lenguaje, descargando sobre él culpas que, en todo caso, corresponden a personas concretas o a grupos humanos.
Porque es obvio que no hay dialectos depredadores, ni idiomas “lingüicidas” ni lenguas oprimidas u opresoras. Lo que hay o hubo fue tiranos dispuestos a dificultar o a perseguir el uso de una lengua, legisladores capaces de coartar la libre elección lingüística de sus conciudadanos, o abanderados idiomáticos que hacen de las lenguas estandartes políticos.
Y la salud de una lengua está por encima de estas cosas. La salud está representada por su robustez, por su presencia, por su entidad. Y nadie puede dudar de la excelencia de la entidad del español, de su valor y su importancia entre las lenguas del mundo.
Estos datos lo demuestran: la humanidad posee actualmente alrededor de 4 mil lenguas; sólo unas cien exceden del millón de hablantes, y de ellas unas doce llegan a los 100 millones o acaso los superan. Pero, solamente cuatro, llamadas “las cuatro mayores”, son habladas por 400 millones o más: el chino, el inglés, el hindi, usado en India, y el español.
Si a ello añadimos el carácter nacional del chino y el hindi, y sus peculiares sistemas gráficos, resultan sólo el inglés y el español lenguas plurinacionales.
El inglés y el español, las lenguas cuya presencia se extiende a todo el mundo con el rango de principales lenguas de relación; el inglés delante del español, es cierto, por lo que el español ocupa el segundo lugar entre todos los idiomas de la Tierra.
Ateniéndonos a estos datos, nosotros, con Gregorio Salvador, podemos afirmar que el estado del español no sólo es excelente, sino excepcional.
Y para que lo siga siendo, todos ponemos nuestro granito de arena; ustedes allí y yo desde aquí, robándoles unos minutos cada semana.

Luque Maricarmen

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