sábado, 18 de abril de 2009

Soy fiel a la etimología

Al estudiar geometría, todos aprendimos los distintos nombres de los polígonos, según el número de lados de que cada uno estaba formado: pentágono, heptágono, octógono, etcétera, derivados del latín, lengua a la que pasaron procedentes del griego. Y nunca dudamos a la hora de escribir el de seis lados así: hexágono, con hache.
Y es que, gracias a nuestros conocimientos (superficiales o profundos), de etimología, sabíamos que el prefijo griego “hex” significaba, y significa, seis.
Del griego se formó el vocablo latino “hexagonum”, del cual directamente procede nuestro hexágono.
Pero hoy la Academia, en un arranque simplificador, acepta escribir también la palabra que nombra el polígono de seis lados, así: “exágono”, y su derivado, “exagonal”, aunque tales formas son consideradas semicultas.
Complicada decisión que planteará dudas a la hora de buscar el origen de estas palabras, teniendo en cuenta que el poliedro de seis caras sigue escribiéndose hexaedro, el verso de seis pies, hexámetro, el de seis sílabas, hexasílabo, y hexápodo el insecto que tiene seis patas. Yo, fiel a la etimología, seguiré escribiendo hexágono y hexagonal.
Sin olvidar que muchas de las palabras en cuyo significado entra el número seis también se forman con el prefijo latino “sex”, de significado idéntico al “hex” griego: sexto, sexagenario, sexagésimo, etcétera.

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