sábado, 18 de abril de 2009

Los santos patronos

La costumbre de la Iglesia católica de designar un santo patrón o patrono (son válidos ambos términos), a las distintas profesiones viene de hace siglos, y fue el Papa Urbano VIII, en 1630, el que la institucionalizó.
Muchos santos, parece que son 232, ejercen desde antiguo el patronazgo de numerosas profesiones, pero no siempre está claro el mérito que tienen para ostentarlo. A veces es simplemente la analogía de su nombre, o la de algún rasgo de su vida, con la profesión que patrocinan.
Escribí hace tiempo en este espacio que el patrón de los cibernautas es el sacerdote italiano Santiago Alberione, comunicólogo del siglo XX, que extendió su labor evangelizadora a través de distintos medios de comunicación, que él mismo creó e impulsó.
El patrono de los cineastas es San Juan Bosco, en atención a su labor como promotor del teatro y el cine como instrumento educativo. Más antiguo es el patrón de los actores, San Ginés, actor de teatro romano que se convirtió al cristianismo y murió decapitado. Sin embargo, Santa Apolonia fue elegida patrona de los dentistas por haber sido martirizada destrozándole la mandíbula.
Les sorprenderá, sin duda, que San José de Cupertino, un santo que vivió en el siglo XVII, sea el patrono de los astronautas porque se le atribuía la facultad de levitar, es decir, de elevarse en el espacio cuando oraba.
De los escritores es el evangelista San Juan, autor del Evangelio mejor escrito y más profundo.
Santa Verónica, la mujer que al enjugar el rostro de Cristo consiguió que su imagen quedara impresa en el lienzo, es patrona de los fotógrafos, y el de los ingenieros civiles, Santo Domingo de la Calzada, el cual, para ayudar a los peregrinos, construyó una calzada para facilitarles el acceso a una ermita y un hospital.
Y nuestros políticos ya saben que pueden encomendarse, ¡ojalá lo hagan! a su patrono, Santo Tomás Moro, influyente político inglés del siglo XVI, canciller de Enrique VIII y autor de la Utopía, que murió martirizado por defender valientemente sus convicciones religiosas y políticas.
Podríamos seguir, pero por hoy basta. Disfruten la semana.

Luque Maricarmen

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