miércoles, 15 de abril de 2009

Lo espinoso de los verbos

Decir que los verbos es uno de los temas más espinosos de nuestro idioma, es repetir algo obvio, y no sólo en el aspecto de la conjugación, sobre todo la de los verbos irregulares, sino en el del régimen preposicional. Porque hay que recordar que algunos, como apelar y recurrir, se construyen con la preposición a.
Se dice “apelaron a otras medidas de gracia” o “recurrieron a otros métodos”. Aunque, con un sentido diferente, llevarían la preposición contra, que nunca debe suprimirse: se apela contra un fallo judicial, y se recurre contra una sentencia injusta, pero, ¡ojo!, nunca “se apela un fallo ni se recurre una sentencia”.
Pero si leen “el candidato propuesto se enfrentará contra otros posibles candidatos”, supriman mentalmente la preposición. Pues, añadir al verbo enfrentarse el “contra” significa dotarle de un matiz violento que no necesariamente tiene. Enfrentarse es ponerse frente a alguien. Y las preposiciones adecuadas son a o con. Por lo que el candidato se enfrentará “a” o “con” otros posibles candidatos, no contra. Quitemos hierro al lenguaje y de paso a la política. Sobre la palabra latina “status”, estado o condición, que nos llegó a través del inglés, conviene aclarar que en español es estatus y se refiere a la posición que una persona ocupa en la sociedad o dentro de un grupo social.
Y por fin, en una circular sobre el Tibet que hizo llegar el Dalai Lama a distintas partes del mundo para informar sobre la verdadera situación de los tibetanos, leo varias veces la frase “lucha libertaria” queriendo expresar, se deduce por el contexto, “lucha por la libertad” que no es lo mismo.
Y me confirma una vez más el perjuicio que una mala traducción puede ocasionar en cualquier escrito, hasta el extremo de desvirtuar el verdadero sentido del mensaje.
Porque una “lucha libertaria” es “la que se hace para conseguir la libertad absoluta, sin gobierno ni ley”. Y nada más lejos de las intenciones del Dalai Lama, quien en todo el escrito defendía el diálogo y el respeto.

Luque Maricarmen

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