lunes, 26 de octubre de 2009

Nobel de Literatura 2009: Herta Müller, mujer luchadora y humilde

Contra todos los pronósticos y las ilusiones forjadas de que el Nobel de Literatura recayera sobre un autor de lengua española, es una escritora de origen alemán, aunque nacida en Rumanía, la que figura desde el día 8 de octubre como titular del premio Nobel de Literatura del año 2009.
Herta Müller, rumana de nacimiento, cuya obra está escrita en alemán, es un testimonio viviente y escribiente de una vida y una obra marcadas por la etapa histórica represiva del presidente rumano Ceaucescu.
La nueva Nobel sufrió la represión en su persona con interrogatorios, registros y un miedo que no ha logrado superar. Estudió Filología germánica y rumana y trabajó como traductora hasta que fue despedida por negarse a colaborar con los servicios secretos del país.
Fue censurada su primera obra Tierras bajas, y en 1987, con 34 años, logra exiliarse cuando el gobierno rumano vende a Alemania los permisos de salida de sus ciudadanos de origen germano. “Alemania, de algún modo, me salvó”, reconoce la escritora.
Desde entonces vive en Berlín occidental y es allí donde ha escrito y publicado el resto de su obra sobre el mundo que perdió, sobre su nueva experiencia de extranjería forzada y sobre el recuerdo de su vida cotidiana dentro de una sociedad totalitaria.
Su obra valiente, comprometida y coherente, donde la prosa adquiere tantas veces tintes líricos y cercanos, “mi escritura siempre ha tenido que ver con cómo emprender un viaje con tierra bajo las uñas”, de una gran fuerza expresiva, refleja a una mujer luchadora y humilde que, consciente de la importancia del galardón recibido, asegura que “ni esperaba ni merecía el premio”. Esto a pesar de que a lo largo de su trayectoria literaria recibió una veintena de premios, algunos incluso antes de salir de Rumanía.
La Academia sueca pretende que el Nobel de Literatura de este año 2009 recuerde al mundo el XX aniversario de la caída del Muro de Berlín, fin de los horrores de la dictadura comunista, lo que, en cierto modo, confiere al premio un tinte político. El jurado destacó en la obra de Müller “la concentración de su poesía y la objetividad de su prosa, con las que dibuja los paisajes de los desposeídos”.

Luque Maricarmen

¡Cuidado con algunos sustantivos!

En español hay una serie de sustantivos femeninos que comienzan por a tónica, es decir, con tilde, como águila, ánfora, ágora, o sin ella, pero con acento prosódico, como alma, agua. Estas palabras, aun siendo femeninas, cambian el artículo la por el: el águila, el aula, el agua, el área, el ánfora, el ala, el arca (a no ser que se intercale alguna palabra entre el artículo y el sustantivo: la hermosa águila, la mejor agua).
Sirva como ejemplo: El agua inundó toda el área que rodeaba el aula del ala derecha del edificio.
Lo mismo sucede con los femeninos que llevan h inicial: el hacha, el habla: Es propio del habla culta escribir “el hacha afilada” (no afilado, porque esta conversión del artículo no cambia el género del sustantivo).
En la lengua actual, este fenómeno solo se produce ante los sustantivos, y no ante los adjetivos; por eso se dice la alta hierba.
El mismo fenómeno se da en las formas femeninas de los indefinidos uno, alguno y ninguno ante sustantivos femeninos que comienzan por a tónica; por eso: un águila, ningún agua, algún aula, ningún hacha (en lugar de una águila, ninguna agua, alguna hacha).
Pero, ¡cuidado!, porque no puede trasladarse este fenómeno a los demostrativos y es una incorrección bastante frecuente utilizar las formas masculinas este, ese y aquel ante sustantivos femeninos, en lugar de las correspondientes esta, esa y aquella. Sería erróneo decir este agua, ese arma o aquel hacha, cuando debería decirse: No bebas esta agua sin filtrar, y nunca dejes esa arma ni aquella hacha al alcance de los niños. El contagio se extiende en el habla descuidada a otros determinantes, como poco, mucho, todo, otro. Digamos, pues, mucha hambre en lugar de mucho hambre; poca agua en lugar de poco agua; toda arma en vez de todo arma y otra hacha en vez otro hacha.
Pero, como toda regla, también esta tiene su excepción: No se cambia la por el ante los nombres de las letras a, hache y alfa, aunque, como es obvio, comienzan con a tónica: La hache es la novena letra del alfabeto español y la alfa, la primera del griego.

Luque Maricarmen

Lea, POR FAVOR, este artículo, SI NO…

La palabra favor, así, aisladamente, es la ayuda o el socorro que se le concede a alguien. Pero su sentido cambia cuando entra a formar parte de las locuciones preposicionales: a favor de, en favor de, por favor, de favor, favor de...
A favor de puede tener tres significados diferentes: “en beneficio o provecho de alguien”: El tiempo corría a favor del acusado. Con el mismo sentido, puede emplearse en favor de.
En apoyo de algo o de alguien: Todos los estudiantes se posicionaron a favor del compañero injustamente expulsado. Significa también, en el mismo sentido que una fuerza o corriente: Le benefició correr a favor del viento.
Por favor es una expresión cortés para formular una petición: Por favor, no pisen el pasto; aunque también se usa en amplias zonas hispanohablantes, la fórmula: favor de no pisar el pasto.
La expresión de favor es una frase adjetival que se aplica a las cosas que a veces se obtienen gratuitamente, como boletos para un espectáculo, pases para un acto especial: Conseguí dos boletos de favor para el concierto.
Una palabra que puede suscitar dudas por sus diferentes significados es sino.
Sino, como sustantivo, significa “fatalidad o destino” y tiene género masculino: Nadie puede luchar contra su propio sino.
Mucho más frecuente es el uso de sino como conjunción, en cuyo caso se emplea para contraponer un concepto afirmativo a otro negativo expresado antes: No te preocupe el qué dirán, sino tu conciencia. No viajaremos en avión, sino en coche. A veces toma el valor de excepto: Sabes que no se lo daré a nadie, sino a ti.
Puede ir en correlación con no sólo, así: En algunos casos, no sólo hay que ser bueno, sino parecerlo.
Pero lo que nunca puede confundirse es la conjunción sino con las palabras si no..., secuencia formada por la conjunción condicional si y el adverbio de negación no: Si no lo haces tú, lo haré yo. Deja esa relación si no te conviene.
Parecido es el caso del sustantivo sinfín, que significa “infinidad” y se escribe en una sola palabra: Enviaron un sinfín de invitaciones, con la locución adjetiva sin fin, escrita en dos palabras: Contratiempos sin fin ocurrieron en aquel interminable viaje.

Luque Maricarmen

La oportunidad de reconciliarse

Les traigo un verbo hermoso que deberíamos conjugar con frecuencia: es reconciliar. Todos conocemos su significado: "restituir la amistad o el entendimiento entre dos personas".
Pero no es el aspecto lingüstico de este verbo el motivo de su presencia aquí, sino una reflexión que surge espontánea.
Se supone que todo ser vivo viene a este mundo conciliado con lo que le rodea: sus progenitores lo aman, la naturaleza le proporciona lo necesariopara subsistir,la belleza del entorno lo envuelve, puede caminar por la vida sin tropiezos ni sobresaltos. Vive feliz.
Pero, de pronto, la armonía se rompe. La intervención de otro congénere ¿o tal vez la suya?, turba la paz y todo se desacomoda, s complica, se daña. s preciso volver al orden establecido, recuperar lo perdido. Y surge un vocablo necesario: reconciliar.
La reconciliación, una acción privativa del ser humano. Un acto reservado al que ama. Al generoso e inteligente. Al que guta de la paz y la concordia A quien valora lo que tiene y lo defiende. A quien, en definitiva, sabe ser feliz.
Practíquenlo, amigos. La reconciliación tiene un sabor glorioso.
Pero no es a esto a lo que vengo aquí cada semana, sino a comenar cosas sobre nuestro idioma. Y se me ourre señalar la diferencia entre oportuno, oportunidad, oportunismo y oportunista.
La oportunidad es la coyuntura o conveniencia de tiempo y de lugar. Oportuno, lo que se hace o sucede en tiempo a propósito y cuando conviene.
Oportunista, en cambio, procde del sustantivo oportunismo, que es la actitud que consiste en aprovechar al máximo las circunstancias para obtener el mayor beneficio posible, sin tener en cuenta principios ni convicciones. Tiene conotaciones negativas y se emplea, sobre todo, en el mbito político; por ejemplo, cambiar de partido en estas circunstancias es de un oportunismo despreciable. El oportunista es el que practica el oportunismo, es decir, aprovecha sin escrúpulos la oportuniad.
Tener clara la diferencia entre oportunidad y oortunismo es conveniente para no cometer errores, como algún cronista deportivo cuando afirma: la gran virtud del equipo fue aprovechar el oportunismo de su delantero, debiendo haber utilizado "opotunidad".
Y es que la clave para conseguir un triunfo limio es poseer el sentido de la oportunidad, lo otro no es válido.

Luque Maricarmen

Buen provecho con los términos gastronómicos

En el lenguaje gastronómico aparecen palabras que a veces nos hacen dudar, sobre su verdadera naturaleza o sobre la forma correcta de nombrarlas. Una de ellas es páprika.
Esta especia, que no es otra cosa que pimiento rojo reducido a polvo, se usa como condimento. Tiene nombre húngaro, pues fue de Hungría de donde nos llegó. En español se emplea con dos acentuaciones: la esdrújula, páprika, que es la original y, por tanto, preferida en el uso culto, y la más extendida, paprika, la llana. Ambas son válidas.
Su equivalente en español es pimentón, sin embargo, es lícito el empleo del extranjerismo por ser un condimento originario de Hungría.
Y ya que salió la palabra especia, es conveniente recordar que nada tiene que ver con especie. La especia es cualquier sustancia vegetal aromática usada como condimento, es decir, para sazonar y mejorar el sabor de algo. En la despensa de cualquier cocinera o cocinero que se precie nunca faltarán las especias: orégano, estragón, cayena, albahaca, cilantro, azafrán.
Por cierto, la cayena, especia muy picante extraída del guindillo de Indias, debe su nombre a la lengua tupí, pueblo indio muy numeroso que dominaba las costas de Brasil cuando llegaron los portugueses en los comienzos del siglo XVI. Quiynha era el nombre indígena de la especia, que con la influencia de Cayena, capital de la Guayana francesa, quedó con el nombre actual. También es conocida como guindilla.
Y tengo que señalar que el curri, condimento original de la India compuesto por una mezcla de polvo de diversas especias y procedente de la lengua tamil, hablada por uno de los pueblos que habitan en el sudeste del país, aunque en inglés se escribe curry, la forma propuesta para escribirlo en español es curri, con el plural, curris. Es incorrecta la forma currie.

Luque Maricarmen

El porqué de la expresión complejo de Edipo

No es extraño encontrarse con la palabra Edipo para dar nombre a un desorden emocional que los psicoanalistas conocen como complejo de Edipo. Y como todas las palabras tienen su razón histórca les cuento la historia que justifica este nombre.
Antes, les recuerdo que el complejo de Edipo o complejo edípico es una inclinación sexual del hijo hacia la madre, normalmente acompañada de hostilidad hacia el padre.
,p>El nombre surge del ito griego deloráculo de Delfos, el cual predijo al rey de Tebas, Layo, que sería asesinado por su primer hijo, quien después se casaría con su propia madre, Yocasta.
Layo, para evitar que esto sucediera, cuando nació el bebé ordenó a un criado suy que lo matara, peroeste lo abandonó colgándolo de un árbol, por los pies.
Así lo encontró un pastor que se lo llevó al rey de Corinto, el cual lo crió como hijo propio y le llamó Edipo, en recuerdo de la forma en que había sido hallado, ya que oidpous en griego significa pes hinchados.
Al crecer Edipo, llegó a sus oídos el rumor sobre su misterioso origen, por lo que acudió al oráculo donde se enteró de lo que estaba escrito sobre él. Decidió no regresar al palacio del que creía que era su erdadero padre para evitar que l predicción se cumpliera.
Salió de Corinto y se dirigió a Tebas. En el camino se encontró con un hombre al que mató por una nimia discusión. El hombre era Layo, su verdadero padre.
Poco después, a las puertas e Tebas, derrotó en una lucha feroz a una temble esfinge que tenía atemorizados a los habitantes de la ciudad. Para premiarle, los tebanos le concedieron la mano de la reina viuda, su verdadera madre, con la que procreó cuatro hijos, cumpliéndose así la trrible profecía.
Edipo, ignorante de lo que abía hecho, vivió feliz en Tebas, pero tiempo después se declaró una epidemia de peste que el oráculo atribuyó al hecho de no haberse aclarado el asesinato del rey Layo.
Edipo ordenó una investigacón, descubriendo ser él mismo el asesino de su padre y esoso de su madre, lo que confirmó el cumplimiento del oráculo.
Al conocerse todo, Yocasta se ahorcó y Edipo fue expulsado de Tebas por sus hijos. Huyó y encontró la muerte tragado por la tierra.
Fue el escritor griego, Sófocles, hace 2500 años, quien inmoralizó esta tragedia.

Luque Maricarmen

sábado, 3 de octubre de 2009

Código, sistema o alfabeto morse

La palabra morse no aparece en el diccionario académico hasta bien entrado el siglo XX, con la definición de "sistema de telegrafía que utiliza un código consistente en la combinación de rayas y punto". El morse es un lenguaje inventado en el siglo XIX por el pintor e inventor estadounidense Samuel F B Morse (1791-1872).
El joven Samuel viajó a Europa en 1829, y en el viaje de vuelta, estudiando los descubrimientos del físico y matemático francés, André Ampère, (1775-1836) concibió la idea del telégrafo eléctrico.
Dedicó varios años a la realización de su invento, y sin ninguna ayuda y con escasos recursos económicos, en 1837, efectuó las primeras demostraciones de su telégrafo que apeas despertó interés en su país.
Durante varios años peleó para conseguir su patente y reunir los medios necesarios, y fue en 1844 cuando por fin consiguió que fuera establecida una línea telegráfica entre Washington y Baltimore con el código de comuicación que lleva su nombre.
El sistema morse fue adoptado en 1865 por la Unión Telegráfica Internacional, y su invento revolucionó en aquel entonces el sistema de comunicación.
Y ya que salió de pasada el sabio André Ampère, cuyos descubrimintos sobre la relación entre la electricidad y el magnetismo tanto ayudaron a la ciencia, y al que debemos los términos amperio, amperímetro y ampervuelta, quiero resaltar que siendo hijo de un comerciante retirado, muerto en la guillotina en 1793, se hizo a sí mismo leyendo todo lo que encontraba sobre literatura, filosofía, ciencias naturales y matemáticas. Se dedicó apasionadamente a la botánica, la poesía y la música. Recibió el reconocimiento a su labor académica e investigadora, creó un vocabulario de electricidad introduciendo las plabras corriente y tensión. Inventó el galvanómetro, instrumento que mide la intensidad de pequeñas corrientes eléctricas, y hacia el final de su vida emprendió una obra gigantesca para clasificar todos los conocimientos humnos, bajo el título de Ensayo obre la filosofía de las ciencias, obra que no llegó a terminar.
A pesar de su grandeza, murió casi en el olvido.

Luque Maricarmen

Semejanza en algunos adjetivos

Les traigo hoy una serie de adjetivos semejantes en su terminación y cuyo significado a veces se aproxima. No son de uso muy frecuente, pero podemos encontrarnos con ellos, por lo que conviene revisaros Son, entre otros, iracundo, furibundo, nauseabundo y tremebundo.
Iracundo se aplica al que es propenso a la ira o está poseído por ella. Del mismo sentido, furibundo, es el airado, colérico y muy propenso a enfurecerse.
Nauseabundo es lo que causa o poduce náuseas, y tremebundo, lo que es tan horrendo que hace temblar.
De distinto signo, errabundo, es el que va de una parte a otra sin rumbo fijo, y junto a ellos, el más simpático, jocundo, presente en nuestra lengua desde el siglo XV, se aplica al que es "plácido, alegre y agradable".
Y ya que estamos con los adjetivos, esas palabras que expresan cualidades y que tantas veces necesitamos a la hora de calificar personas o cosas, les paso unos cuantos por si les sirven de ayuda.
Ineluctable es aquello cotra lo que no se puede luchar. Es ineluctable lo inevitable.
Algo que no se puede explicar con palabras es inefable; la emoción de una madre cuando por primera vez recibe en los brazos a su bebé es un sentimiento inefable no hay palabras que puedan exprearlo.
Lo que puede ser entendido claramente es inteligible. Lo contrario, ininteligible.
Es tangible lo que se puede tocar, o lo que puede percibirse de manera precisa. Lo material es tangible, lo inmaterial, intangible. En sentido figurado, los resultado del esfuerzo de un buen estudiante son tangibles a corto plazo.
Lo que merece ser recordado es memorable. En toda vida hay momentos memorables.
Se aplica el adjetivo prosaico, a lo que se aleja de la poesía, lo que carece de idealidad y elevación. En general, la persona prosaica da más valor a lo material que a sus ideales, o le preocupa más el dinero que el amor o la amistad. Hay pensamiento prosaico, gusto prosaico y hasta vidas prosaicas.
Y por fin, si les hablan de un libro incunable, recuerden que s trata de un ejemplar editado en los años que transcurren desde la invención de la imprenta hasta principios del siglo XVI.

Luque Maricarmen

sábado, 26 de septiembre de 2009

En mayúsculas o minúsculas

Cuando se escriben los días de la semana, con frecuencia se duda entre hacerlo con letras mayúsculas o minúsculas.
Siguiendo las normas académicas es preciso afirmar que los días de la semana, los mses y las estaciones del año se escriben con minúscula inicial; por ejemplo: Los lunes de abril, los jueves de mayo y los viernes de julio, o sea, en primavera y verano, no se interrumpirán las clases.
Sólo se escriben con mayúscula inicial cuandoforman parte de fechas históricas, festividades o nombres propios: Las fiestas de Primero de Mayo y Viernes Santo no se trabajará. El Hospital Doce de Octubre permanecerá abierto.
Otra duda que les traigo es acerca del uso indistinto de incluso e inclusve. Incluso fuciona habitualmente como adverbio, con el sentido de "también" y expresa adición enfática. Con este mismo valor se emplea también inclusive: Fue inflexible incluso (o inclusive) con sus propios amigos.
¿Cuál es la diferencia entre docnte y discente? Son os contrarios. Ambas palabras proceden del latín: docente, participio activo del verbo docere que es "enseñar", significa "el que enseña". Discente, participio activo del verbo discere que es "aprender", significa "el que aprende". Doente es el maestro,discente, el alumno.
Suscita curiosidad la palabra chiripa; ¿de dónde viene y qué significa? La chiripa surgió en el juego de billar con el significado de "suerte favorable que se gana por casualidad". Pasó al lenguaje coloquial ormando expresiones como de chiripa" o "por chiripa" con el sentido de conseguir algo bueno "por casualidad o de manera casual". Y en el colmo de la casualidad, "de o por pura chiripa": Un gol inesperado hizo que se proclamaran campeones en el último minuo de pura chiripa.
El qu usa con la misma habilidad las extremidades de los dos lados es ambidextro o ambidiestro. Más cercana a su etimología, ambidexter, es la primera, ambidextro, pero actualmente es de uso más frecuente ambidiestro: Aunque era zurdo había logrado ser ambiiestro para muchas actividades.

Luque Maricarmen

A veces es sólo un matiz

Sobre el uso indistinto de las palabras honestidad y honradez, he sido testigo de muchas discusiones. Discusiones que no tienen una conclusión categórica, aunque se puede matizar.
Si nos ceñimos al significado académico de cada uno de los vocablos, honesto es el decoroso, el decente, el recatado o pudoroso. Honrado, el que obra rectamente, con integridad y justicia. En honor a la verdad, hemos de reconocer que honesto, en su tercera acepción se identifica con honrado en el sentido de razonable, justo y recto.
Es casi inevitable que por influencia del inglés, donde la palabra honesty engloba los significados que en español se expresan con honestidad y honradez, pronto los dos términos se reduzcan a uno solo, y honesto sea el elegido.
Sin embargo, oí decir a un periodista preocupado por el lenguaje, al abordar esta cuestión: “En español, lo honesto se aplica de cintura para abajo, lo honrado de cintura para arriba”.
Y no deja de ser una forma simple, pero bien gráfica, de marcar la distinción entre ambos vocablos. Aunque el uso los identifique.
Rescatemos la honradez, que buena falta nos hace, y califiquemos de honrado al político que cumple sus promesas electorales, busca el bienestar del electorado y no pretende enriquecerse a su costa. Si además es honesto, mejor. A veces surge la duda entre los adjetivos, superviviente y sobreviviente; ¿cuál es el correcto? Ambos. En el habla culta, al que sobrevive, es decir, que “sigue viviendo después de la muerte de alguien, de la desaparición de algo o de un suceso”, se le puede aplicar cualquiera de los dos. Sin embargo, el sustantivo derivado de este verbo, “la acción de sobrevivir”, es supervivencia, no sobrevivencia.
Y el complemento del verbo sobrevivir siempre va introducido por la preposición –a; Se sobrevive a la pérdida de un hijo, a un atentado, a un accidente.
Son precisiones sobre el lenguaje que es necesario observar.

Luque Maricarmen

Palabras cultas que conviene conocer

Hace tiempo, cuando un hijo presentaba en la escuela problemas de aprovechamiento, de integración o de aprendizaje los papás nos sentíamos desorientados, hacíamos cábalas, indagábamos y buscábaos motivos y razones que los justificaran. Hoy todo está diagnosticado y es conocido con nombres y apellidos. Multitud de vocablos que nombran patologías, hasta hace poco empleados sólo por especialistas, hoy son manejados y conocidos por todos. Vean. Si n niño tiene dificultades para aprender a leer, a escribir o para el cálculo, y además presenta trastornos de coordinación motora, pero no de inteligencia, es disléxico, porque padece dislexia.
Si tiene dificultad en la articulación de las palabras, disláico, ya que padece dislalia. Disnea, si presenta dificultad para respirar, y padece disosmia si difícilmente percibe los olores.
Distermia es la temperatura habitualmente anormal del organismo, la debilidad de la memoria se llama dismnesia, y padece disepsia el que habitualmente hace la digestión con dificultad.
Todos estos vocablos que llegaron al español a través del latín, proceden del griego y están formados con el prefijo –dis que significa dificultad o anomalía. Nada tiene que ver con los anterioes dispsomanía, nombre técnico del alcoholismo, y dipsómano, la persona que abusa de las bebidas alcohólicas; proceden de la palabra griega –dipsa, sed.
Les recuerdo que el adjetivo insano no es sólo lo perjudicial para la salud, también se aplica al loc o demente, pues la palabra insania, recibida directamente del latín, significa locura o demencia.
Y en otro orden de cosas, la diferencia entre docente y discente, es que el primero es el que enseña (profesor) y el segundo, el que recibe la enseñanza (aumno). Docente procede del verbo latino -doceo, enseñar; discente, del –disco, aprender.
Son palabras cultas que conviene conocer.

Luque Maricarmen

El plural será, en cualquier caso, cocteles o cócteles: Cocktail, coctel o cóctel

Buena pregunta. La respuesta es: si nos entendemos en inglés, obviamente escribiremos cocktail, pero si lo hacemos en español y queremos nombrar l “bebida compuesta de licores mezclados” o bien la “fiesta o reunión en la que se toman estas bebidas, generalmente por la tarde”, escribiremos coctel o cóctel. Ambas acentuaciones son válidas, por lo que se alternan en los distintos lugares de habla hispna, aunque es la acentuación llana (cóctel) la que refleja la pronunciación etimológica.
Según se elija una u otra, el plural será cocteles o cócteles.
En cuanto al origen del cóctel, parece que Hipócrates, padre de la medicina, preparaba a, quinientos años antes de Cristo, una bebida ‘mezclada’ a base de vino, almendras amargas y resina. Y los romanos elaboraban, como aperitivo, vinos mezclados con plantas aromáticas. Eran los cócteles de la Antigüedad.
Sin embargo, el cocktail inlés, esa palabra formada por la unión de cock + tail = cola de gallo, hace alusión a los colores de los distintos ingredientes mezclados, los cuales recuerdan una cola de gallo multicolor.
A pesar de su nombre inglés, fue en un local parisino done se empezaron a servir los cócteles, en 1886, cuyo dueño, un tal Ridway, utilizó para su elaboración güisqui, ginebra y otros licores de procedencia inglesa.
En la primera mitad del siglo XX la preparación de los cócteles era toda una liturgia qu los entendidos se tomaban con seriedad y rigor, empezando por el hielo, cuya cantidad debía ser la adecuada para cada mezcla; luego, el zumo de fruta si estaba indicado y, por fin, el alcohol, empezando por el de menor graduación.
Todo pesado y mdido, “como quien toma las medidas a una princesa delicada”, según la versión de un barman neoyorquino de los años veinte.
Con el tiempo las combinaciones se fueron haciendo más exóticas y sofisticadas, y los cócteles fueron recibiendo los nombrespropios de sus creadores o de los lugares donde eran servidos.
Son curiosidades que, sobre la palabra que hoy les traigo, nos cuenta el escritor Pancracio Celdrán, en un libro ameno e interesante, cuyo título es Hablar bien no cuesta tanto.

Luque Maricarmen

lunes, 10 de agosto de 2009

Los tiempos y la lengua cambian

Durante muchos, muchos años, ha venido siendo normal velar a nuestros difuntos en el lugar en que fallecían: la propia casa o, si el óbito se producía por una larga enfermedad, en el hospital, allí donde el enfermo estaba internado, si es que lo estaba.
Pero los tiempos mudan, y la lengua evoluciona al compás de los cambios que en la sociedad se producen.
Por eso, no hace mucho, en la última edición del siglo XX del Diccionario académico de la lengua española, la penúltima realmente, del año 1992, fue incorporado el término tanatorio, una palabra hasta entonces innecesaria, pero de uso habitual en el mundo del segundo milenio.
El tanatorio es el edificio en que son depositados los cuerpos de los difuntos durante las horas anteriores a su inhumación o cremación. Etimológicamente la palabra procede del griego –thanatos, que significa muerte, más el sufijo –torio, que indica lugar.
De la misma familia semántica son los sustantivos tanatofobia, el miedo obsesivo a la muerte y tanatología, el conjunto de conocimiento médicos relativos a la muerte; ambos también de incorporación reciente.
De raíces más profundas en nuestra lengua es la palabra quirófano, posiblemente inventada por un médico español. Procede del griego –kheiro, mano y –phaino, mostrar.
El quirófano era un recinto de planta redondeada, con profusión de grandes ventanales, destinado a operaciones quirúrgicas, las cuales podían ser presenciadas a través de los cristales. Hoy el diccionario lo define como el “local convenientemente acondicionado para hacer operaciones quirúrgicas de manera que puedan presenciarse a través del cristal”. Por extensión, son quirófanos las salas donde se efectúan tales operaciones.
Si parece verosímil que la palabra sea invento español, pues en inglés para quirófano existe la palabra operating theatre u operating room, en francés, salle d’operations y en italiano, sala operatoria, etc. Es decir, nada que ver con nuestro quirófano.
Y relacionadas con el elemento –quiro que es “mano”, son los vocablos conocidos: quiromancia, adivinación de lo concerniente a alguien a través de sus manos; quiromasaje, masaje terapéutico que se da con las manos y quiropráctica, tratamiento de ciertas dolencias óseas o musculares mediante manipulación de la zona afectada.

Luque Maricarmen

El español está lleno de parónimos

La paronimia es un término lingüístico que se refiere a la semejanza de forma entre dos palabras y esas palabras semejantes son parónimas.
Nuestro idioma está lleno de parónimos lo que muchas veces provoca confusión. Les presento algunos, de uso frecuente.
Acerbo es un adjetivo que se aplica a lo que es áspero o agrio al gusto. Pero también puede aplicarse a algo cruel o riguroso; por ej. “se desahogó con críticas acerbas contra sus jefes”.
Todos sabemos que el éxtasis es un estado de exaltación provocado en el ánimo por un sentimiento de alegría o admiración. Nada que ver con la estasis que es el nombre que recibe, en Medicina, el estancamiento de la sangre o de otro líquido corporal.
Y ninguna relación tiene el adjetivo extático, derivado de éxtasis, por ej. “la potencia alucinógena de esas plantas se usó para provocar experiencias extáticas”, con el adjetivo estático, cuyo significado es “que no se mueve”.
Al escribir, e incluso al hablar, podría ocasionarnos problemas importantes confundir el verbo espirar, que es expulsar aire de los pulmones, con expirar, que, como saben, es morir. Y casi tan peligroso puede resultar el empleo del verbo espiar, observar secretamente algo o a alguien, con expiar, que es pagar por una culpa o delito.
Y más de una vez he sido testigo de la confusión entre las palabras vocal, que pertenece a la voz, con bucal, perteneciente a la boca, al referirse a los ligamentos que tenemos en la laringe, que al vibrar producen la voz, como “cuerdas bucales”. Olvidando que ni nuestro aparato fónico está en la boca, sino en la garganta, ni las cuerdas toman el nombre del lugar donde se encuentran, sino del sonido que producen: la voz. Por lo que las cuerdas no son bucales sino vocales.
Sin embargo, son sinónimos, es decir, significan lo mismo, los verbos influenciar e influir. El significado de ambos es “producir una persona o cosa ciertos efectos sobre otra”. Durante siglos, solo existió en español, influir. A mediados del siglo XIX, a partir del francés influencer, entró en nuestra lengua influenciar, y su uso se generalizó en todo el ámbito hispánico. Influenciar se acentúa como anunciar.
Pueden usarse los dos indistintamente, aunque influir suele construirse con un complemento introducido por las preposiciones —en o —sobre: siempre tratas de influir en tus amigos. La psicología del escritor suele influir sobre lo que escribe.

Luque Maricarmen

Los clínex y el signo @

Ya escribí hace tiempo, en este mismo espacio, sobre el signo @ y la palabra arroba. Que durante la Edad Media fue utilizado por los copistas como abreviatura de la preposición latina –ad cuyo significado es a, hacia o en. Que empezó a escribirse como el número 6, pero fue evolucionando hasta convertirse en @.
Que la palabra arroba tiene su origen en el vocablo árabe –ar-roba que significa 4ª parte, y que hoy es una medida de peso y capacidad que se utiliza en algunas zonas de América y España con distintos valores.
Que la primera representación escrita de este símbolo como unidad de medida fue en 1536 y figuraba en una carta escrita por un mercader italiano donde avisaba de un envío desde Sevilla a Roma. En ella se lee: “una @ de vino vale 7 u 8 ducados”.
Este símbolo ha sido resucitado por la actualidad informática para indicar la preposición española –en o la inglesa –at.
La primera dirección electrónica de la historia, tal como hoy las conocemos, fue la de Ray Tomlinson, en 1971, desde su computadora digital PDP-10: tomlinson@bbn-tenexa.
El símbolo que en español se llama arroba, es llamado en alemán y holandés, cola de mono; en búlgaro, monito; en checo, arenque; caracol acuático, en coreano; ratoncito, en chino; en finés (finlandés), cola de gato; en griego, patito; en italiano, caracol; perrito en ruso; mono, en polaco y rosa, en turco.
Son curiosidades que aparecen en uno de esos libros que vale la pena ojear u hojear, es decir, “leer superficialmente” o “pasar las hojas de un libro leyendo algunos pasajes”, como el de Pancracio Celdrán titulado: Hablar bien no cuesta tanto. Son libros que entretienen e instruyen.
El mismo autor nos cuenta cómo la palabra clínex ha pasado a nuestro idioma como adaptación gráfica del kleenex inglés, con el sentido de “pañuelo de papel desechable”. Los clínex (kleenex) aparecieron en la Gran Guerra de 1914, como sucedáneo del algodón (algodón de celulosa) y funcionaron como compresas, vendajes, etcétera. Su fabricación alcanzó tal auge que al acabar la contienda empezaron e emplearse en cosmética para eliminar el colorete, pintalabios, maquillaje. Pero el paso a su utilización como pañuelos desechables se debe a Andrew Olsen, de Chicago, que en 1921 ideó la caja dispensadora de clínex, cuyo nombre, acuñado por la Kimberley-Clark Company en 1924, se basa en el verbo inglés to clean.
El clínex o los clínex (invariable para singular y plural) amigos, para limpiarnos la nariz.

Luque Maricarmen

domingo, 12 de julio de 2009

El Día del Español

Ya tenemos una celebración nueva que conmemorar los amantes y fieles seguidores de esta lengua nuestra. Se trata del día del español. Una fiesta que se instituyó el 20 de junio de este año y que se celebrará a partir de ahora, el sábado más próximo al solsticio de verano.
Fue una iniciativa del Instituto Cervantes, una institución que, como saben, lleva años abriéndose camino en el mundo entero con el objetivo de difundir la lengua española y todo lo que con ella se relaciona.
El “Día E” nace para celebrar el valor del español como lengua de comunicación internacional: una lengua con 450 millones de hablantes repartidos por el planeta e idioma oficial de veintiún países.
¿Sabían que, según el cálculo de expertos, en el año 2030 el número de hispanohablantes será de 535 millones aproximadamente? ¿Y que se estima que dentro de tres generaciones el español será entendido por el 10 por ciento de la población mundial? ¿Y que se cree que los Estados Unidos de Norteamérica, en el año 2050, será el primer país hispanohablante del mundo? ¿Y que el español ocupa hoy el tercer lugar entre las lengua utilizadas en Internet?
Estas y muchas otras cuestiones relacionadas con el estado de la lengua española se trataron en el Día del Español, celebrado simultáneamente en cuarenta y tres países.
Amor, abrazo, añoranza, beso... fueron algunas de las palabras preferidas por los celebrantes; aunque no deja de llamar la atención que entre los navegadores de Internet la palabra elegida fuera malevo, un vocablo que en algunas zonas de habla hispana se aplica al maleante o malhechor.
Sirva también esta nota periodística como anuncio que se hizo ese día de la celebración del V Congreso Internacional de la Lengua Española que tendrá lugar en la ciudad chilena de Valparaíso, en el año 2010, y será uno de los acontecimientos que festejarán el Bicentenario de la Independencia de ese país andino.

Luque Maricarmen

Dudas a montones

Dudas, dudas a montones surgen en el habla de cada día, titubeos que a veces nos hacen perder seguridad a la hora de expresarnos, de palabra o por escrito. Vamos a verlas juntos. ¿Es membresía o membrecía? La condición de miembro de un colectivo se llama membrecía, no membresía.
Membrecía es un derivado de “miembro” más el sufijo –cía, como abogacía, de abogado y clerecía, de clero. La terminación –sía, sin embargo, es propia de sustantivos derivados de palabras que terminan en –s, como burguesía, de burgués o feligresía, de feligrés.
Todos sabemos algo sobre la desintegración espontánea de los átomos de un cuerpo, pero la palabra que lo define, ¿es radiactividad o radioactividad? Es preferible la primera, radiactividad, aunque también es válida la variante, radioactividad. Igual sucede con los adjetivos correspondientes radiactivo y radioactivo.
¿Cuál es el nombre del jefe de una comunidad judía, rabino o rabí? El más usual es rabino, aunque el término original, rabí, procedente del hebreo, rabbi, también es válido, con su plural rabíes o rabís.
¿Es efeméride o efemérides? Efemérides se usa en plural para referirse al conjunto de hechos notables que merecen recordarse y ser celebrados cada vez que se cumple su aniversario: “Todos los años se celebran las efemérides patrias”.
Cuando se hace referencia a un solo hecho memorable, se debe usar el singular, efeméride, aunque hoy es frecuente y se considera válido emplear efemérides como forma de singular (la efemérides): Aquella efeméride (o aquella efemérides) fue recordada solemnemente.
¿Carie o caries? Acudimos al dentista cuando tenemos una erosión en el esmalte de los dientes producida por bacterias, es decir, una caries; nunca una carie, porque la forma de esta palabra es invariable para el singular y el plural.
Y termino con cuatro adjetivos cuya forma semejante a veces confunde; son inerme, inerte, inmune e impune.
Inerme es el que está indefenso o sin armas: “Quien tiene espada gobierna y quien está inerme se somete”. Inerte es el que está sin vida o sin movimiento: “Mataban a los tiburones y tiraban sus cuerpos inertes al mar”. Inmune, el que está libre de algo perjudicial o es invulnerable, es decir, que no puede ser herido por ello. Introduce su complemento con la preposición –a (inmune a): “Trabajaba de sol a sol, era inmune al cansancio”. Nada que ver con impune que significa “sin castigo”: “Tantas mentiras no podían quedar impunes”.


Luque Maricarmen

Algunas curiosidades

Existen palabras en nuestro idioma que usamos con relativa frecuencia, pero de las que no siempre conocemos su origen. Por si alguna vez les picó la curiosidad, hoy les traigo algunas.
Debacle es un sustantivo femenino que procede del francés y significa “desastre, ruina o derrota”. Se utiliza cuando se pierde el control de una situación, ante la proximidad de un desastre, para anunciar una derrota etc.; por ej. “Cuando sonó la señal de alarma todos salieron de estampida y se formó la debacle”. “Las últimas derrotas sufridas por el Real Madrid condujeron al equipo a la debacle”.
La palabra empezó a usarse en Francia tras su derrota por el ejército alemán en 1870. Su difusión fue definitiva con la publicación del libro La débâcle, en 1892, que sobre ese tema escribió el novelista francés Emile Zola.
Draconiano es un adjetivo que se aplica a una ley o a una medida sanguinaria o excesivamente severa. La palabra se debe a Dracón, legislador griego que 600 años antes de Cristo, dictó el primer código legislativo de Atenas. Y eran tan duras las penas con que las leyes castigaban hasta los pequeños delitos, que al cabo de más de veintiséis siglos, su dureza se recuerda en nuestra lengua con este calificativo. Por ej. “En el ejército se aplicaban medidas draconianas a los desertores”.
A la persona dominada por la gula se le llama heliogábalo, en memoria de aquel emperador romano, del siglo II a. de C. conocido por ese nombre, que comía opípara y vorazmente. Cuentan que a pesar de que solo duró en el trono tres años, de los 14 a los 17, asombró a sus súbditos de Roma, no sólo por su glotonería sino por sus muchas excentricidades; era tan afeminado que vestía ropas de mujer y se casó con varios gladiadores. En sus famosos banquetes se complacía en gastar pesadas bromas a sus invitados; en uno de ellos, a la hora de los postres, cuando ya todos estaban afectados por la bebida, para aterrorizarlos, cerró todas las puertas y soltó una manada de fieras salvajes a las que previamente había hecho arrancar dientes y garras. No parece que la gula fuese su peor defecto. Aunque más famoso por su buen yantar se hizo Pantagruel, el protagonista de la obra del francés Rabelais, del siglo XVI, Gargantúa y su hijo Pantagruel. Su desmedido apetito y las comilonas con que se agasajaba pasaron a la posteridad, por lo que suele calificarse de pantagruélico el festín excesivo y copioso.

Luque Maricarmen

La doble negación

Muchas dudas suscita el tema de la doble negación que se produce en el lenguaje habitual cuando se emplean, en un mismo enunciado, dos partículas negativas. Todas ellas provocadas por el conocido axioma de “dos negaciones afirman”. Pero, amigos, la cuestión es que la lengua no es una ciencia exacta, como las matemáticas o la física; la lengua es un instrumento creado por los seres humanos para poder comunicarse. Y está sujeta a múltiples factores: personales, históricos, geográficos, sociológicos, y tantos más... que van determinando formas y modos de expresarse.
Precisamente por eso, por todo aquello que de vez en cuando hace que se muevan nuestras convicciones lingüísticas, es por lo que tan necesaria resulta la existencia de organismos reguladores, las academias, que vayan poniendo orden en este “cosmos” tan complejo y tan hermoso que es el idioma. Y más el nuestro, que se extiende por veintiún países y en el que nos entendemos más de cuatrocientos millones de personas.
Y respecto a las dudas que mencionaba al principio, la academia de la lengua dice que cuando el verbo de un enunciado va seguido de adverbios o pronombres de sentido negativo (nunca, jamás, nada, ninguno, etcétera), ese verbo irá precedido el adverbio de negación, no. Por ejemplo: No llamas nunca. No lo haré jamás. No quiero nada. No lo sabe nadie. No llegó ninguno.
Claro que estos enunciados negativos pueden construirse con los adverbios y pronombres antepuestos al verbo, en cuyo caso no necesitan la negación, no: Nunca llamas. Jamás lo haré. Nada quiero. Nadie lo sabe. Ninguno llegó.
En cuanto al pronombre indefinido nada, cuando va pospuesto al verbo, en la oración debe aparecer algún otro elemento negativo: Aquel día nadie vio nada. En el juicio ningún declarante dijo nada.
Cualquiera de las formas indicadas de negar es correcta.
El indefinido nadie no admite complementos partitivos, y si los necesitara, deberá ser sustituido por ninguno. Según esto, no es correcto: “nadie de nosotros” ni “nadie de ellos”, sino: ninguno de nosotros o ninguno de ellos. El verbo puede ir en singular o en plural: en singular, ninguno de nosotros irá a la boda, o en plural, ninguno de nosotros iremos a la boda. Si ninguno va seguido de un complemento plural introducido por de, más sustantivo, el verbo irá en singular: ninguno de los presentes asistirá a la boda o ninguno de los testigos presentó su testimonio, o ninguno de los hermanos terminó la carrera.
Son vulgares las formas nadien y naide.
En fin, amigos, se trata de precisiones lingüísticas inevitables.


Luque Maricarmen

Latinismos

Muchos son los latinismos o locuciones latinas que aparecen en nuestro idioma. Y tiene su explicación, ya que fue el latín la lengua culta usada durante siglos y de la que procede la nuestra. Unos pasaron a la historia. Otros muchos son exclusivos del lenguaje jurídico y otros permanecen y se emplean en el lenguaje coloquial, al que dotan de cierta erudición. Hoy les traigo algunos.
“Errare humanum est” significa ‘errar es humano’ y se emplea como disculpa ante una equivocación o un error.
La locución “modus operandi” significa ‘modo de obrar’. Tiene género masculino y es invariable en plural. Por ejemplo: “En los dos atentados los terroristas emplearon el mismo modus operandi”.
Las mismas características tiene “modus vivendi”, cuyo significado en el lenguaje corriente es ‘modo de ganarse la vida’. Por ejemplo: “Tenía tanta habilidad para la falsificación que la convirtió en su modus vivendi”.
“Verba volant, scriptum manet” significa ‘las palabras vuelan, lo escrito permanece’. Es una sabia frase de fácil aplicación.
Un latinismo de uso frecuente es déficit, 3ª persona singular del presente del verbo deficio cuyo significado es ‘faltar’. Empezó a usarse en el siglo XVIII en el ámbito económico con el sentido de ‘diferencia negativa entre ingresos y gastos’. El déficit, en general, es la ‘falta o escasez de algo que se juzga necesario’: “la ciudad tiene déficit de viviendas”. El plural es déficits.
Se sabe que para cerrar enumeraciones incompletas se usa la palabra etcétera, abreviada: etc. Procede de la expresión latina “et caetera” que se traduce por ‘y lo demás’.
Este latinismo, que en la escritura se emplea normalmente en forma abreviada, siempre va precedido de coma: “empezaron a llegar animales: perros, gatos, ardillas, patos, etc. Aquello parecía un zoológico”.
Como sustantivo, etcétera es masculino y admite plural: “Habría que añadir a lo dicho infinitos etcéteras”.
La locución latina “sui géneris” significa literalmente ‘de su género o especie’. Se usa como adjetivo con el sentido de ‘singular o peculiar’: “ese novelista tiene una forma sui géneris de escribir”.
“Vox pópuli” se traduce literalmente por ‘voz del pueblo’ y se emplea con el sentido de ‘rumor popular que corre de boca en boca’: “la infidelidad del rey ya era vox pópuli”, quiere decir que era del dominio público, o sea, conocida por todos.
Y termino con una que pueden encontrarse escrita y suele despistar; es “in púribus”. Originalmente era “in puris naturálibus”, literalmente ‘en puro estado natural’, pero con el tiempo la expresión latina se redujo, quedando en la forma actual, con el significado de: ‘completamente desnudo’. Por ej. “Los amantes apagaban la luz antes de quedarse in púribus’.
La lista sería interminable. Seguiremos.

Luque Maricarmen

Problemas con la ortografía

Topónimos y gentilicios son términos que con frecuencia presentan problemas de ortografía. Los primeros se refieren a nombres propios de lugar y los gentilicios a los oriundos o pertenecientes a ese lugar.
Les paso el nombre, en español, de topónimos y gentilicios que a menudo encontramos en los medios de comunicación.
Abiyán es el nombre de la antigua capital de Costa de Marfil. No debe escribirse Abidjan, forma utilizada en inglés y en francés. El gentilicio correspondiente es abiyanés.
Debe evitarse el empleo de la forma inglesa, Abu Dhabi para escribir el nombre de la capital de los Emiratos Arabes Unidos. En español es Abu Dabi. Su gentilicio, abudabí; en plural, abudabíes
Afganistán es la forma tradicional en español del nombre de esta República del sudoeste de Asia. Su gentilicio, afgano, no debe confundirse con el nombre de su moneda oficial, el afgani.
La capital de Turquía es Ankara. Su nombre tradicional en español era Angora, término que se conserva en algunas especies de animales, como el gato, la cabra o el conejo de Angora.
Bangladés es el nombre en español de este país del sur de Asia, no Bangladesh ni Bangla Desh. El gentilicio más propio es bangladesí, plural bangladesíes, ya que bengalí, también usado, en realidad corresponde a Bengala, una región que incluye el actual Bangladés más el estado indio de Bengala Occidental.
Bogotá es el nombre abreviado de Santafé de Bogotá, capital de Colombia. Por razones históricas es correcta la forma Santafé, escrita en una sola palabra. El gentilicio es santafereño o bogotano.
El gentilicio de Brasil es brasileño o brasilero, no carioca, como a veces se usa impropiamente, y el de los Estados Unidos de América, estadounidense o estadunidense.
La isla que comprende Inglaterra, Gales y Escocia se llama Gran Bretaña; su gentilicio, británico. Puesto que abarca la mayor parte del Reino Unido, ambas denominaciones se emplean para referirse al país. También se usa el nombre de Inglaterra para referirse a todo el país, que incluye, además de Gales y Escocia, Irlanda del Norte. Inglés, se emplea extensivamente como gentilicio de Gran Bretaña o del Reino Unido.
La verde Erín es el nombre poético con que a veces es nombrada la isla de Irlanda; en gaélico se llama Eire.

Luque Maricarmen

La libertad

La palabra libertad, y todo lo que ella encierra, da mucho de sí; mucho en el aspecto filosófico, social, político y en el personal. Pero también en el lingüístico. Vean.
Nos llegó directamente del vocablo latino “libertas” y como libertad la venimos usando a lo largo de siglos.
De la mano de esta palabra fueron surgiendo otras relacionadas con ella, etimológica o semánticamente, es decir, por su raíz o por su significado. Es importante precisar la diferencia entre ellas, pues su semejanza confunde muchas veces. Sucedió con los verbos liberar y liberalizar.
En una revista de amplia difusión se leía: “Ahora los hijos se liberalizan procurando separarse del modelo de comportamiento de los padres”.
Liberalizar es un verbo de claras connotaciones políticas o sociales; consiste en hacer liberal algo o a alguien en el ámbito social o político. Es, además, un verbo transitivo, por lo que uno mismo no se liberaliza, siempre hay alguien que lo liberaliza. Sin embargo, uno mismo sí se libera, cuando se desprende de una obligación o atadura; y también puede liberar a otro, cuando se le exime de esa obligación o compromiso.
La frase en cuestión, estaría mejor expresada si dijera que ahora los hijos se liberan de patrones establecidos, procurando separarse del modelo de comportamiento de los padres.
De la misma familia semántica son: liberalismo, la actitud que propugna la libertad y la tolerancia en las relaciones humanas. Y en el ámbito político, es la doctrina que defiende las libertades y la iniciativa individual, limitando la intervención de los poderes públicos en la vida social, económica y cultural. Es liberal el que practica esta doctrina.
Pero también liberal es un adjetivo que se aplica al que es generoso y desprendido, al que practica la liberalidad, que es una virtud que consiste en dar generosamente sin esperar recompensa.
Emparentado con libertad está libertinaje, uso desenfrenado y abusivo de la libertad; su partidario es el libertino.
El adjetivo libertario se aplica al que defiende la libertad absoluta y la supresión de todo gobierno y ley. El liberto era el esclavo al que se le dio la libertad.
Y finalmente, dos gentilicios relacionados con la palabra son: liberteño, natural de La Libertad, provincia del Perú y libertadense, nacido en La Libertad, de El Salvador.

Luque Maricarmen

Impreso o imprimido

Una palabra de uso frecuente en el ámbito del trabajo es el verbo imprimir, “marcar sobre papel u otro material un texto, un dibujo, por medios mecánicos o electrónicos”. Este verbo tiene dos participios: el regular, imprimido y el irregular, impreso. Y con frecuencia se plantea la duda sobre el uso de uno u otro, algo que desde hoy no sucederá.
Ambos participios pueden utilizarse indistintamente para formar los tiempos compuestos, en activa y pasiva. Así: Habían impreso (o imprimido) sólo billetes de alta denominación. La obra había sido imprimida (o impresa) en la ciudad de Buenos Aires. Se han impreso (o imprimido) muchos ejemplares.
Sin embargo, cuando el participio tiene función adjetiva, se prefiere en todo el ámbito hispánico la forma irregular impreso-a: En el papel pudo ver la imagen impresa de su hijo. En esa página aparecía su rostro impreso.
El sustantivo correspondiente es impresión, la acción o efecto de imprimir.
Consecuentemente, el verbo sobreimprimir, “imprimir algo sobre un texto o una imagen, o hacer que aparezca superpuesto a ellos”, que procedente del ámbito de la imprenta se emplea hoy en los campos del cine, la fotografía y la televisión, sigue la misma norma en el uso de sus participios sobreimprimido y sobreimpreso.
El sustantivo correspondiente es sobreimpresión, pero de él no puede formarse el verbo “sobreimpresionar”, ya que no existe en español.
Sí existe, en cambio, otro verbo, aunque es de uso relativamente reciente, abducir, cuyo significado, cuando se dice de un extraterrestre, es “secuestrar a alguien”: Aquel individuo manifestó haber sido abducido por una nave extraterrestre.
En otro sentido, abducir es “alejar algo (un miembro o un órgano) del plano imaginario que divide el cuerpo en dos partes simétricas: No podía girar ni abducir la cadera fácilmente.
Las palabras abducción y abductor corresponden al verbo abducir, en sus dos sentidos: Se trata de un caso de abducción extraterrestre, o Tenía lastimado el músculo abductor de la pierna derecha.


Luque Maricarmen

Historia de la palabra influenza

Ya sé que están hartos del tema. Que de repente se ha instalado en el centro de nuestras vidas y todo gira en torno a él. Me estoy refiriendo a la influenza. Pero hoy vamos a ocuparnos de ella como palabra.
Tiene su origen en el bajo latín, el escrito durante la Edad Media, donde existía la palabra influentia con el sentido de influencia.
Parece ser que en los comienzos del siglo XVI se extendió por Italia una epidemia de fiebre escarlatina a la que se llamó “influenza de fiebre escarlatina” por la facilidad con que se extendió o la influencia que tuvo sobre la población.
Ya en el siglo XVIII, surge en Italia una gran epidemia de gripe que empieza a llamarse “influenza di catarro” y se extiende por toda Europa. Para abreviar el nombre, esta epidemia de catarro se empezó a llamar solamente influenza, y así llegó su significado a nuestra gripe, palabra que ya pertenecía al español, procedente del francés, con el significado de “catarro epidémico”.
Otras fuentes atribuyen a un antecesor del actual Papa, a Benedicto XIV, la aplicación del nombre “influenza” a la gripe del siglo XVIII, por considerarla causada por la influencia de los astros.
La palabra “influenza” aparece documentada por primera vez en español en una obra del escritor peninsular, Benito Pérez Galdós, en la última década del siglo XIX, pero tuvieron que pasar varios años para que la Real Academia la registrara en el Diccionario Académico. Fue en su decimosexta edición cuando aparece el vocablo “influenza” como un italianismo, con el significado de “gripe”. Hasta entonces había sido gripe el único nombre de la “enfermedad epidémica caracterizada por fiebre y síntomas catarrales” en toda el área hispanohablante; aunque en México y Colombia se emplea también la variante “gripa”.
En cuanto a epidemia y pandemia, palabras de uso constante en estos días, la diferencia es que la epidemia se propaga durante algún tiempo por un país afectando a gran número de personas, y la pandemia es una epidemia de mayores proporciones, pues se extiende a muchos países, afectando a mayor número de individuos.
Espero, amigos, que estos vocablos pierdan actualidad y pronto podamos olvidarlos.

Luque Maricarmen

No caer en el reduccionismo

Un amigo radioescucha, que sigue fielmente mis intervenciones en la radio, me felicitaba a su regreso de un viaje a Madrid, por lo que había percibido de buen hacer lingüístico en lo relativo a carteles, anuncios y demás, lo que, según él, demuestra un cuidado extremo en el uso de nuestra lengua y un gran interés por su buen uso… Y lamentaba que en México no sucediera lo mismo.
Yo le agradecí de corazón su felicitación por la parte que, como madrileña, me toca, pero tengo que confesar que, si bien es cierto que son cuidados los mensajes que han de ser expuestos en lugares públicos, no es tan cierto que el interés por hablar bien, conocer mejor el idioma y conservarlo sea una de las constantes en las calles de las ciudades españolas, ni en los medios de comunicación.
Sin embargo, yo, aquí, desde el puesto de observación privilegiado que constituye un programa de radio al que tienen acceso cientos de miles de hablantes mexicanos, cada día tengo la suerte de poder constatar, a través de los mensajes que recibo, la pasión que en México despierta lo relativo a nuestra lengua común y el enorme deseo de los mexicanos por expresarse con corrección en el lenguaje oral y escrito.
Teniendo en cuenta que México es el país con mayor número de hispanohablantes del mundo, es esperanzador para el futuro del español el amor que por esta lengua sienten la mayoría de sus hablantes.
Por cierto, una cuestión lingüística que a muchos interesa es el valor de un tiempo verbal que se usa poco en México, pero que es habitualmente empleado en otros lugares de habla hispana. Se trata del antepresente: (he amado, has amado, ha amado, hemos amado, han amado).
Este tiempo, como su nombre indica, algo anterior al presente, se refiere al pasado, pero es un pasado cercano, más cercano que el pretérito (amé, amaste, amó...). Ej.: “El mes pasado conocí a los papás de mi novio, hace unos días, a sus hermanos y esta mañana he conocido a sus abuelos”. “¿Qué has comido hoy? -Como ayer comí carne, hoy he comido pescado”.
Con frecuencia, este tiempo es sustituido por el pretérito, pero es conveniente el uso de los dos. El reduccionismo en el idioma, es decir, la supresión de palabras reduciéndolas a una es una tentación en la que conviene no caer, pues lo empobrece. Usémoslas todas, que para eso están.

Luque Maricarmen

Términos políticos

En los medios de comunicación se emplean con frecuencia términos políticos cuyo significado a veces confunde por no conocerse su etimología; son términos cultos cuyo origen se encuentra en la cultura grecolatina.
Del término griego —àristokratía (compuesto de –àristos, el mejor, y –krateo, gobernar) procede la palabra aristocracia, que, como su nombre indica, significa “el ejercicio del poder político por una clase privilegiada”. Hoy la aristocracia representa la clase noble o de rango más elevado, de un país o provincia.
Frente a aristocracia está democracia, procedente de –demos, pueblo, que, por el contrario, es la “forma de gobierno ejercida por el pueblo”. Puede considerarse una desviación de la democracia la demagogia, práctica política consistente en ganarse con halagos el favor del pueblo, y demagogo el que la practica.
La autocracia, de –autó, propio, es el sistema de gobierno en el que “la voluntad de una sola persona es la ley”; por lo que el autócrata es el que ejerce por sí solo la autoridad suprema en un Estado.
Del griego –géron, anciano, procede la gerontocracia, que es el “gobierno desempeñado por los ancianos”, de uso en muchas civilizaciones antiguas.
Más nuevo es el término tecnocracia, del griego –tecné, técnica, cuando el ejercicio del poder está en manos de técnicos o personas especializadas en alguna materia, como economía, administración, etcétera. Y son tecnócratas los que desempeñan su cargo público atendiendo a hallar soluciones eficaces por encima de otras consideraciones ideológicas o políticas.
La plutocracia, derivada del griego –plutos, riqueza, es el “gobierno de los ricos”. El nombre está relacionado con Plutón, dios mitológico de las regiones subterráneas, llamado así por las riquezas de su reino, pues muchos fueron los tesoros hallados en las entrañas de la Tierra y los que todavía en ellas descansan.
Y en la misma línea de formación, oligarquía es el “gobierno de unos pocos”, y oligarca cada uno de los individuos que lo componen. Ambas palabras formadas a partir del prefijo griego –oligo que es “poco”
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Luque Maricarmen

La tilde, el ama de las palabras

¿Qué es lo que en realidad se llama tilde?
La tilde o el tilde, porque son aceptados ambos géneros aunque hoy se usa más el femenino, es el nombre, tanto del acento escrito como del rasgo, virgulilla o trazo pequeño que forma parte de algunas letras, como la –t, o la –ñ.
También significa “tacha o nota que denigra”, como en el ejemplo: “Solo le faltaba al personaje ese tilde de hereje”. Comparte este sentido con el verbo tildar, que además de “poner tilde a las letras que lo necesitan”, significa “señalar a alguien con alguna nota denigrativa”, como cuando se tilda a alguien de ambicioso, de flojo o de cualquier otro calificativo negativo, nunca de algo bueno; por ejemplo: “La joven no se atrevía a actuar de forma desenvuelta para no ser tildada de frívola”.
Pero es la tilde en el sentido de acento gráfico la que me preocupa; porque sucede, por alguna extraña razón, que los docentes, en muchos casos, no le dan la importancia que le es debida, considerando faltillas o pecadillos veniales ortográficos los errores de acentuación, lo que ha provocado que muchas veces en los escritos de personas consideradas cultas aparezcan múltiples yerros acentuales.
Y sucede que al leer esos textos se pierde con frecuencia la claridad de su significado.
El acento, como dijo el gran lingüista Menéndez Pidal, es el alma de las palabras. El acento da la forma y asegura la identidad sustancial de los vocablos.
Si lo dudan, consideren estos ejemplos: Termino este escrito, lo terminó mi maestro, el término de la vida es impredecible. La misma palabra en tres “posturas” diferentes, según el acento: presente, pasado y sustantivo.
En ocasiones, el acento marca ostensiblemente el cambio de significado: cortes y cortés, plato y plató (escenario para rodaje), libro y libró, pelicano (de pelo cano) y pelícano (ave), vengo y vengó, réprobo (malvado) y reprobó... y cientos de palabras cuya diferencia con su homónimo está marcada por la tilde o acento gráfico.
Los acentos y los signos de puntuación son la clave de un buen escrito. Pero esto ya lo trataremos en otro espacio.


Luque Maricarmen

Las impropiedades léxicas

Cometer impropiedades léxicas, es decir, usar indebidamente palabras en nuestro lenguaje hablado o escrito con significados inadecuados a lo que tratamos de expresar es algo de lo que nadie está a salvo. Pero cuando estas impropiedades las cometen los medios de comunicación es más grave porque son los que van marcando la pauta o el modelo de cómo se habla o escribe.
Posiblemente hayan visto escrita, como yo, la frase: “La política gubernamental fue valorada negativamente por la oposición”.
El significado de valorar es “reconocer, estimar o apreciar el valor o mérito de alguien o algo”; y el mérito nunca es negativo, por lo que nada puede ser apreciado negativamente. Para eso está el verbo evaluar que es eso, señalar, estimar o calcular el valor de algo. Y así se evalúan los méritos del aspirante a un trabajo, o la política de un partido.
Sin olvidar que para determinar el precio de una cosa, sí es apropiado el uso de valorar o valuar. Y que tanto el verbo evaluar como valuar se acentúan como actuar.
Las palabras que corresponden a la acción o efecto de estos verbos son: valoración o avalúo, de valorar; evaluación, de evaluar y valuación, de valuar.
Y termino señalando la diferencia de uso que se hace en el lenguaje habitual entre las palabras pelo y vello; mientras el primero hace referencia al que cubre la cabeza humana, llamado también cabello, y al de la barba masculina, el vello se refiere al pelo más corto y suave que sale en algunas partes del cuerpo humano. También se llama vello a la pelusa de que están cubiertas algunas frutas o plantas.
Nada que ver con lo bello, referente a la belleza. Obviamente.
Algún día les pasaré expresiones que el habla popular ha ido formando con la palabra pelo. Grosso modo, es decir, más o menos, unas cincuenta.

Luque Maricarmen

Da lo mismo Iraq que Irak

A la vista de la ambigüedad con que los medios de comunicación escriben la palabra Iraq o Irak, se impone la pregunta de cuál es la forma correcta de escribir el nombre del país árabe que se encuentra en los territorios de lo que antiguamente fue Mesopotamia.
Pues la grafía culta es Iraq, ya que la letra final árabe, qaf, se transcribe en español como q, y así ha sido transcrito el topónimo por los más prestigiados lingüistas y arabistas en sus escritos. Sin embargo, teniendo en cuenta lo ajena que resulta en español la letra q a final de palabra, desde hace ya mucho tiempo aparece también documentado este topónimo en la forma Irak, aceptada como válida.
Por lo que, aunque Iraq sea la forma culta de escribirse, por apoyarse en fundamentos lingüísticos más firmes, es también correcto escribir Irak.
El gentilicio es, para ambas formas, iraquí, y su plural, iraquíes.
Hay tres verbos en español que significan lo mismo, por lo tanto son sinónimos y se emplean indistintamente: alquilar, arrendar y rentar. El último, rentar, está asentado en México, y en algún otro país de América, por influjo del inglés “to rent, aunque el de uso más común en todo el ámbito hispánico es alquilar.
Los tres significan “ceder o adquirir, temporalmente, el uso de algo (una casa, un coche, etcétera) por un precio convenido”. El doble, y contrario, significado de estos verbos, ceder o adquirir, hace que en muchos casos su sentido sea ambiguo. Así, en la oración “Pedro alquiló o arrendó su casa a Luis” no queda expresado claramente quién es el que cobra y quién paga, Pedro o Luis, por lo que conviene ser muy explícito.
Lo que no ofrece duda es que el que paga la renta del alquiler de una casa es el inquilino o arrendatario, y el contrato que une a ambas partes es de arrendamiento o inquilinato.

Luque Maricarmen

El gobierno que transita por el cosmos

Es tarea fácil establecer la relación entre determinadas palabras, sobre todo aquellas que en su formación comparten idéntico prefijo latino. Es el caso de los vocablos tránsito, transitorio, transitar y transitivo. Todos ellos están formados a partir del prefijo latino trans, que significa “al otro lado” o “a través de” y del verbo eo que es “ir”, por lo que todas pertenecen al mismo campo semántico.
Transitar es “ir o pasar por un lugar” o “pasar de un lugar o situación a otra”. El tránsito es la actividad de personas y vehículos que pasan por calles, carreteras. Esas calles carreteras o vías por las que se transita son transitables.
Transitorio es lo pasajero o temporal, es decir, lo que pasa y no es permanente. Es transitivo es lo que pasa y se transfiere de uno a otro. En gramática se dice que un verbo es transitivo cuando su acción pasa directamente a alguien o algo distinto de quien la realiza.
Es importante saber que el sufijo trans a veces pierde la –n, y palabras, como translúcido y transcendental pueden ser también traslúcido y trascendental.
Cosmos, como palabra independiente, significa “universo”; es común para singular y plural, por lo que no pierde la –s final, excepto cuando actúa como elemento compositivo inicial: cosmonauta, cosmovisión.
El significado de la palabra cosmopolita, derivado de su propio nombre griego, es “ciudadano del mundo”. El cosmopolita es el que considera todos los lugares del mundo como patria suya y es abierto a otras costumbres y realidades. Se habla de ciudades cosmopolitas cuando están abiertas a individuos, costumbres y representaciones de distintas razas y colores.
El cosmopolitismo es un concepto moderno que supone la apertura hacia un mundo más amplio y diferente del propio, con la superación de antiguos localismos.
¿Qué hay sobre las palabras “gobernatura y gubernatura”? Silencio académico. En ningún diccionario académico aparecen estos vocablos.
La acción y efecto de gobernar se expresa en el español actual con las palabras gobierno, la más usada, y gobernamiento, poco usada, pero correcta. Sí aparece, sin embargo, gobernanza para referirse al “arte o manera de gobernar que persigue el logro de un desarrollo económico y social duradero, y promueve el equilibrio entre el Estado, la sociedad civil y el mercado de la economía”.

Luque Maricarmen

El idioma español no se detiene

Hoy les paso una noticia de interés para los que seguimos el paso de nuestra lengua.
En la primera semana de este mes de marzo se han reunido en Sevilla, España, representantes de las veintidós academias de la Lengua Española para revisar su trabajo en común.
El Diccionario de Americanismos, proyecto acariciado por la Real Academia desde hace cien años y cuya realización no ha sido posible por la falta de medios económicos, será una realidad dentro de un año, en su presentación oficial durante el V Congreso Internacional de la Lengua Española, que tendrá lugar en la ciudad de Valparaíso, Chile, en 2010.
Este Diccionario es una obra ambiciosa realizada por la Asociación de Academias de la Lengua Española, que recogerá las palabras heredadas de las lenguas originarias de América, los castellanismos que llegaron y cuyo uso ha desaparecido en España y las palabras del español con distintos significados en los diferentes ámbitos de habla española. Recogerá también términos que no se utilizan en el español general, de uso específico en alguna o varias regiones americanas.
Se está trabajando en esta obra desde el año 2004, gracias al patrocinio de Repsol y bajo la dirección del académico puertorriqueño, Humberto López Morales, secretario general de la Asociación de Academias. Es una obra panhispánica, como la última edición del Diccionario académico (2001), La ortografía de la lengua española y el Diccionario panhispánico de dudas, obras todas realizadas por consenso entre todas las Academias de la Lengua.
El V Congreso de la Lengua Española será también el escenario de presentación de una obra importantísima que ya está en marcha: la primera Gramática conjunta del español total, otra obra panhispánica, la más importante para el español de los últimos siglos, que actualizará la Gramática vigente, aprobada en 1931.
El idioma español no se detiene.

Luque Maricarmen

Machismo y feminismo en la lengua

Por todos los ámbitos de la sociedad se paseó, y sigue paseándose, la cuestión del machismo y el feminismo, con protestas, cambios y reajustes para todos los gustos. Y la corriente llegó a la Academia de la Lengua.
Fue en el año 1999 cuando el Instituto de la Mujer, en España, levantó su voz presentado un estudio en defensa de la mujer y su entorno, en lo que al idioma se refiere.
Y el estudio, elaborado por expertas en lingüística y docencia, mostró cómo, en efecto, el Diccionario de la Real Academia Española en sus definiciones tomaba como base, en muchos casos, una perspectiva masculina, considerando al hombre como elemento central. Ciertamente, la sociedad va cambiando y la mujer hoy está presente en todos los estamentos sociales desempeñando las más variadas funciones, por lo que la Academia hubo de ajustar el género gramatical en profesiones, cargos, títulos y otras actividades de las que la mujer ya forma parte.
En líneas generales, la formación del femenino sigue las normas siguientes:

- En las palabras cuyo masculino termina en –o cambian esa o en –a: ingeniero/ingeniera, médico/médica, ministro/ministra, aunque hay excepciones como el/la piloto, el/la modelo.
- Los que acaban en –a son comunes: el/la terapeuta, el/la logopeda, el/la pedíatra. En algunos casos toma la terminación culta –isa: profeta/profetisa, poeta/poetisa, aunque también es válido poeta para mujer.
- Los que terminan en –e tienden a funcionar como comunes: el/la cicerone, el/la conserje, el/la orfebre. Algunos forman el femenino con las terminaciones –es, -isa o –ina: conde/condesa, sacerdote/sacerdotisa, héroe/heroína.
- Son también comunes los terminados en –ante o –ente: el/la agente, el/la dibujante, el/la estudiante.
- Funcionan también como comunes los pocos que terminan en –i o en –u: el/la maniquí, el/la gurú.
- Los que acaban en –or forman el femenino añadiendo –a: gobernador/gobernadora, aunque en algunos casos presentan la forma culta en –triz: emperador/emperatriz, actor/actriz.
- Los que acaban en consonante suelen ser comunes: el/la cónsul, el/la capataz, el/la juez, aunque a veces toman una –a: juez/jueza, aprendiz/aprendiza.
Independientemente de su terminación, funcionan como comunes los que designan grados en la escala militar: el/la teniente, el/la capitana, el/la teniente.
Como ven, la Academia adaptándose a las necesidades de la comunidad hablante.


Luque Maricarmen


Machismo y feminismo en la lengua

Por todos los ámbitos de la sociedad se paseó, y sigue paseándose, la cuestión del machismo y el feminismo, con protestas, cambios y reajustes para todos los gustos. Y la corriente llegó a la Academia de la Lengua.
Fue en el año 1999 cuando el Instituto de la Mujer, en España, levantó su voz presentado un estudio en defensa de la mujer y su entorno, en lo que al idioma se refiere.
Y el estudio, elaborado por expertas en lingüística y docencia, mostró cómo, en efecto, el Diccionario de la Real Academia Española en sus definiciones tomaba como base, en muchos casos, una perspectiva masculina, considerando al hombre como elemento central. Ciertamente, la sociedad va cambiando y la mujer hoy está presente en todos los estamentos sociales desempeñando las más variadas funciones, por lo que la Academia hubo de ajustar el género gramatical en profesiones, cargos, títulos y otras actividades de las que la mujer ya forma parte.
En líneas generales, la formación del femenino sigue las normas siguientes:

- En las palabras cuyo masculino termina en –o cambian esa o en –a: ingeniero/ingeniera, médico/médica, ministro/ministra, aunque hay excepciones como el/la piloto, el/la modelo.
- Los que acaban en –a son comunes: el/la terapeuta, el/la logopeda, el/la pedíatra. En algunos casos toma la terminación culta –isa: profeta/profetisa, poeta/poetisa, aunque también es válido poeta para mujer.
- Los que terminan en –e tienden a funcionar como comunes: el/la cicerone, el/la conserje, el/la orfebre. Algunos forman el femenino con las terminaciones –es, -isa o –ina: conde/condesa, sacerdote/sacerdotisa, héroe/heroína.
- Son también comunes los terminados en –ante o –ente: el/la agente, el/la dibujante, el/la estudiante.
- Funcionan también como comunes los pocos que terminan en –i o en –u: el/la maniquí, el/la gurú.
- Los que acaban en –or forman el femenino añadiendo –a: gobernador/gobernadora, aunque en algunos casos presentan la forma culta en –triz: emperador/emperatriz, actor/actriz.
- Los que acaban en consonante suelen ser comunes: el/la cónsul, el/la capataz, el/la juez, aunque a veces toman una –a: juez/jueza, aprendiz/aprendiza.
Independientemente de su terminación, funcionan como comunes los que designan grados en la escala militar: el/la teniente, el/la capitana, el/la teniente.
Como ven, la Academia adaptándose a las necesidades de la comunidad hablante.


Luque Maricarmen

Machismo y feminismo en la lengua

Por todos los ámbitos de la sociedad se paseó, y sigue paseándose, la cuestión del machismo y el feminismo, con protestas, cambios y reajustes para todos los gustos. Y la corriente llegó a la Academia de la Lengua.
Fue en el año 1999 cuando el Instituto de la Mujer, en España, levantó su voz presentado un estudio en defensa de la mujer y su entorno, en lo que al idioma se refiere.
Y el estudio, elaborado por expertas en lingüística y docencia, mostró cómo, en efecto, el Diccionario de la Real Academia Española en sus definiciones tomaba como base, en muchos casos, una perspectiva masculina, considerando al hombre como elemento central. Ciertamente, la sociedad va cambiando y la mujer hoy está presente en todos los estamentos sociales desempeñando las más variadas funciones, por lo que la Academia hubo de ajustar el género gramatical en profesiones, cargos, títulos y otras actividades de las que la mujer ya forma parte.
En líneas generales, la formación del femenino sigue las normas siguientes:

- En las palabras cuyo masculino termina en –o cambian esa o en –a: ingeniero/ingeniera, médico/médica, ministro/ministra, aunque hay excepciones como el/la piloto, el/la modelo.
- Los que acaban en –a son comunes: el/la terapeuta, el/la logopeda, el/la pedíatra. En algunos casos toma la terminación culta –isa: profeta/profetisa, poeta/poetisa, aunque también es válido poeta para mujer.
- Los que terminan en –e tienden a funcionar como comunes: el/la cicerone, el/la conserje, el/la orfebre. Algunos forman el femenino con las terminaciones –es, -isa o –ina: conde/condesa, sacerdote/sacerdotisa, héroe/heroína.
- Son también comunes los terminados en –ante o –ente: el/la agente, el/la dibujante, el/la estudiante.
- Funcionan también como comunes los pocos que terminan en –i o en –u: el/la maniquí, el/la gurú.
- Los que acaban en –or forman el femenino añadiendo –a: gobernador/gobernadora, aunque en algunos casos presentan la forma culta en –triz: emperador/emperatriz, actor/actriz.
- Los que acaban en consonante suelen ser comunes: el/la cónsul, el/la capataz, el/la juez, aunque a veces toman una –a: juez/jueza, aprendiz/aprendiza.
Independientemente de su terminación, funcionan como comunes los que designan grados en la escala militar: el/la teniente, el/la capitana, el/la teniente.
Como ven, la Academia adaptándose a las necesidades de la comunidad hablante.


Luque Maricarmen

Machismo y feminismo en la lengua

Por todos los ámbitos de la sociedad se paseó, y sigue paseándose, la cuestión del machismo y el feminismo, con protestas, cambios y reajustes para todos los gustos. Y la corriente llegó a la Academia de la Lengua.
Fue en el año 1999 cuando el Instituto de la Mujer, en España, levantó su voz presentado un estudio en defensa de la mujer y su entorno, en lo que al idioma se refiere.
Y el estudio, elaborado por expertas en lingüística y docencia, mostró cómo, en efecto, el Diccionario de la Real Academia Española en sus definiciones tomaba como base, en muchos casos, una perspectiva masculina, considerando al hombre como elemento central. Ciertamente, la sociedad va cambiando y la mujer hoy está presente en todos los estamentos sociales desempeñando las más variadas funciones, por lo que la Academia hubo de ajustar el género gramatical en profesiones, cargos, títulos y otras actividades de las que la mujer ya forma parte.
En líneas generales, la formación del femenino sigue las normas siguientes:

- En las palabras cuyo masculino termina en –o cambian esa o en –a: ingeniero/ingeniera, médico/médica, ministro/ministra, aunque hay excepciones como el/la piloto, el/la modelo.
- Los que acaban en –a son comunes: el/la terapeuta, el/la logopeda, el/la pedíatra. En algunos casos toma la terminación culta –isa: profeta/profetisa, poeta/poetisa, aunque también es válido poeta para mujer.
- Los que terminan en –e tienden a funcionar como comunes: el/la cicerone, el/la conserje, el/la orfebre. Algunos forman el femenino con las terminaciones –es, -isa o –ina: conde/condesa, sacerdote/sacerdotisa, héroe/heroína.
- Son también comunes los terminados en –ante o –ente: el/la agente, el/la dibujante, el/la estudiante.
- Funcionan también como comunes los pocos que terminan en –i o en –u: el/la maniquí, el/la gurú.
- Los que acaban en –or forman el femenino añadiendo –a: gobernador/gobernadora, aunque en algunos casos presentan la forma culta en –triz: emperador/emperatriz, actor/actriz.
- Los que acaban en consonante suelen ser comunes: el/la cónsul, el/la capataz, el/la juez, aunque a veces toman una –a: juez/jueza, aprendiz/aprendiza.
Independientemente de su terminación, funcionan como comunes los que designan grados en la escala militar: el/la teniente, el/la capitana, el/la teniente.
Como ven, la Academia adaptándose a las necesidades de la comunidad hablante.


Luque Maricarmen

Entre monitores, prescripciones y prohibiciones

Monitor es una palabra española de viejo arraigo. La recibimos del latín, con el significado de “persona que guía el aprendizaje deportivo, cultural, etcetera”…
En la antigua Roma, el monitor era el subalterno que acompañaba en el foro al orador romano, para recordarle y presentarle los documentos y objetos que debía utilizar para su discurso. Curiosamente, recibía el mismo nombre el esclavo que acompañaba a su señor en las calles para recordarle los nombres de las personas a quienes iba encontrando. (Todos, alguna vez, hemos echado en falta un monitor).
A partir del significado que en inglés tomó el sustantivo monitor, “dispositivo o pantalla de control”, se formaron en español los verbos monitorizar y monitorear, con el sentido de observar o hacer el seguimiento de parámetros fisiológicos o de otra naturaleza, mediante un monitor. Ambos verbos son de empleo correcto, aunque a este lado del Atlántico se use más monitorear y en España sea más usual, monitorizar.
Los sustantivos correspondientes a los dos verbos son monitorización y monitoreo, respectivamente.
Dos verbos muy parecidos en su forma, pero que no deben confundirse, son prescribir y proscribir.
Prescribir es preceptuar, ordenar o determinar algo; el médico ordena o prescribe las medicinas al enfermo; pero también, cuando una acción pierde su efecto, o un derecho o responsabilidad se extinguen por el transcurso del tiempo, se dice que prescribieron, prescriben o han prescrito.
La prescripción es el sustantivo correspondiente a este verbo: Por prescripción médica, el enfermo debe guardar reposo.
Nada tiene que ver con todo lo anterior el verbo proscribir, cuyo significado es “prohibir una costumbre o el uso de algo”: El uso de capa larga y sombrero, como atuendo masculino, fue proscrito en España en el siglo XVIII, lo que dio lugar a un motín popular de funestas consecuencias.
También es proscribir “declarar a alguien fuera de la ley, condenándolo normalmente al exilio”: El fundamentalismo islámico ha proscrito a importantes escritores árabes.

Luque Maricarmen

Frecuentes dudas: Haber, a ver; desecho, deshecho; aperturar

Con frecuencia, se plantean dudas en la escritura de las palabras desecho y deshecho. Basta conocer lo que es cada una de ellas para saber escribirlas correctamente.
El desecho es el sustantivo correspondiente al verbo desechar, cuyo significado es excluir, menospreciar, desestimar. El desecho es lo que se menosprecia, se desestima, se excluye; es aquello que queda después de haber escogido lo mejor y más útil de algo. Son desechos los residuos, la basura; lo más vil y despreciable.
Se desecha la ropa vieja, automóviles que ya no tienen arreglo, muebles desvencijados, lo que ya no sirve: todo eso son desechos.
Pero nada tiene que ver este desecho con deshecho. Deshecho es el participio del verbo deshacer, un verbo que se conjuga como hacer y significa descomponer o romper. Por lo que algo está deshecho cuando está roto o descompuesto. Pero a veces, lo que está deshecho puede rehacerse, recomponerse o arreglarse; precisamente para evitar que se convierta en un desecho.
Una falta que se comete con indeseable frecuencia en la escritura es la de confundir el haber, infinitivo, con las dos palabras: a ver. Son homófonas, es decir, suenan igual, pero su significado es diferente. Haber es el infinitivo del mismo verbo que nombra, en tanto que a ver es una expresión formada por la preposición a y el infinitivo del verbo ver. En los siguientes ejemplos se percibe la diferencia: No imaginaba que iba a haber problemas de tráfico porque en esa autopista suele haber poca circulación. A ver si llegas pronto para ir a ver a tus abuelos. Vamos a ver.
Y finalmente aviso de que debe evitarse el uso de aperturar, ese verbo, formado a partir del sustantivo apertura, que no existe en español. Se puede hacer la apertura de una cuenta bancaria, pero no aperturarla. La cuenta bancaria se abre, y la acción de abrirla es la apertura.
Estoy segura de que después del repaso a estos temas no volverá a haber quien caiga en los errores señalados; a ver si es verdad.

Luque Maricarmen

Frecuentes dudas: Haber, a ver; desecho, deshecho; aperturar

Con frecuencia, se plantean dudas en la escritura de las palabras desecho y deshecho. Basta conocer lo que es cada una de ellas para saber escribirlas correctamente.
El desecho es el sustantivo correspondiente al verbo desechar, cuyo significado es excluir, menospreciar, desestimar. El desecho es lo que se menosprecia, se desestima, se excluye; es aquello que queda después de haber escogido lo mejor y más útil de algo. Son desechos los residuos, la basura; lo más vil y despreciable.
Se desecha la ropa vieja, automóviles que ya no tienen arreglo, muebles desvencijados, lo que ya no sirve: todo eso son desechos.
Pero nada tiene que ver este desecho con deshecho. Deshecho es el participio del verbo deshacer, un verbo que se conjuga como hacer y significa descomponer o romper. Por lo que algo está deshecho cuando está roto o descompuesto. Pero a veces, lo que está deshecho puede rehacerse, recomponerse o arreglarse; precisamente para evitar que se convierta en un desecho.
Una falta que se comete con indeseable frecuencia en la escritura es la de confundir el haber, infinitivo, con las dos palabras: a ver. Son homófonas, es decir, suenan igual, pero su significado es diferente. Haber es el infinitivo del mismo verbo que nombra, en tanto que a ver es una expresión formada por la preposición a y el infinitivo del verbo ver. En los siguientes ejemplos se percibe la diferencia: No imaginaba que iba a haber problemas de tráfico porque en esa autopista suele haber poca circulación. A ver si llegas pronto para ir a ver a tus abuelos. Vamos a ver.
Y finalmente aviso de que debe evitarse el uso de aperturar, ese verbo, formado a partir del sustantivo apertura, que no existe en español. Se puede hacer la apertura de una cuenta bancaria, pero no aperturarla. La cuenta bancaria se abre, y la acción de abrirla es la apertura.
Estoy segura de que después del repaso a estos temas no volverá a haber quien caiga en los errores señalados; a ver si es verdad.

Luque Maricarmen

domingo, 5 de julio de 2009

Diez años de su fallecimiento: Sabines nos sigue enredando con su poesía

En estos días se cumplirá el décimo aniversario de la desaparición del gran poeta mexicano Jaime Sabines. Diez años después sigue conmoviéndonos con lo mejor de sí mismo, su inspiración, su sentir, su poesía.
Hace diez años perdimos al hombre, pero quedó el poeta. El poeta de la vida y de la muerte, de la esperanza y la desesperanza; el poeta del amor.
Es un poeta profundo y sensual:

Tu cuerpo está a mi lado/ fácil, dulce, callado.
Tu cabeza en mi pecho se arrepiente/ con los ojos cerrados.
Y yo te miro y fumo/ y acaricio tu pelo enamorado (...)
Miro mi cuerpo, el muslo en que descansa tu cansancio,
tu blando seno oculto y apretado/ y el bajo y suave respirar de tu vientre/sin mis labios.
Te digo a media voz/ cosas que invento a cada rato,/ y me pongo de veras triste y solo/ y te beso como si fueras tu retrato.

Tú, sin hablar me miras/ y te aprietas a mí y haces tu llanto.
Sin lágrimas, sin ojos, sin espanto.
Y yo vuelvo a fumar mientras las cosas/ se ponen a escuchar lo que no hablamos.
La poesía de Sabines es un diálogo consigo mismo sobre la vida y la muerte:
Morir es retirarse, hacerse a un lado,/ ocultarse un momento, estarse quieto,
Pasar el aire de una orilla a nado/ y estar en todas partes en secreto.

Morir es olvidar, ser olvidado, refugiarse desnudo en el discreto/
calor de Dios, y en su cerrado/ puño, crecer igual que un feto.
Morir es encenderse bocabajo/ hacia el humo y el hueso y la caliza,
y hacerse tierra y tierra con trabajo.
Apagarse es morir, lento y aprisa/ tomar la eternidad como a destajo
y repartir el alma en la ceniza.

Y así llora el poeta a su padre muerto:
Padre mío, señor mío, hermano mío,/ amigo de mi alma, tierno y fuerte,
Saca tu cuerpo viejo, viejo mío,/ saca tu cuerpo de la muerte.
Saca tu corazón igual que un río,/ tu frente limpia en que aprendí a quererte,
tu brazo como un árbol en el frío,/ saca todo tu cuerpo de la muerte.
Jaime se desnuda en su poesía y muestra lo más hondo de su ser.

A los diez años de su muerte seguimos sintiendo cerca al poeta; nos dejó el alma enredada en sus versos.

Luque Maricarmen

Dudas razonables

Una duda que asalta con frecuencia al hispanohablante, más bien al “hispano escribiente, es el uso de los distintos: porque, porqué, por que y por qué. Y es que cada uno tiene un valor y empleo diferente. Veamos.
Porque se usa mayoritariamente como conjunción causal, para introducir la oración subordinada que expresa la causa de la principal: “No iré al viaje porque no tengo dinero”.
Por que, en dos palabras, puede ser:
—La combinación de la preposición por seguida del pronombre relativo que. Este pronombre podría cambiarse por otros relativos (el cual, los cuales): “La verdadera razón por que (por la que) no llegaste a tiempo fue tu impuntualidad”.
—La combinación de la preposición por exigida por un verbo, un sustantivo o un adjetivo, seguida de la conjunción que (preocuparse por, interés por, ansioso por): “No debía preocuparse por que le devolvieran ese dinero”. “Expresó su interés por que el dinero llegara a su destinatario”. “Están ansiosos por que su honradez quede patente”.
Caso aparte es el sustantivo porqué, que significa “causa o motivo”. Como cualquier sustantivo, se usa precedido de un determinante (artículo, posesivo, demostrativo) y admite el plural: porqués. “No entiendo el porqué de tu enojo”. “A menudo no entendemos los porqués de los hijos, y ellos tampoco comprenden nuestros porqués”.
Este porqué no debe confundirse con el por qué en dos palabras, combinación de la preposición por y el interrogativo qué. “¿Por qué no llegaste? No sé por qué no llegué”.
Lo de hoy, amigos, fue una clase de gramática pura y dura. Discúlpenme, pero es un tema recurrente en los correos que recibo.

Luque Maricarmen

La historia del Día del Amor

Dentro de pocos días celebraremos la festividad de San Valentín, conocida ya mundialmente como el “día de los enamorados”. Por si todavía queda alguien que no conoce la historia donde tiene su origen tal festividad, se la cuento.
Corría el siglo III, concretamente el año 270, cuando el emperador romano Claudio II, conocido como “el Gótico”, prohibió a sus soldados contraer matrimonio, considerando que eran más aptos para la guerra solteros que casados.
Valentín, un sacerdote cristiano, de la ciudad de Roma, enterado de la prohibición y considerando que esta atentaba contra los derechos de los jóvenes enamorados, invitó a todas las parejas de novios que quisieran casarse para, en secreto, unirlos en matrimonio. Y así lo hizo.
Pero sucedió que el hecho llegó a oídos del emperador, quien, enojado por la desobediencia del sacerdote, ordenó que fuese detenido, azotado y decapitado, lo cual tuvo lugar, precisamente el día 14 de febrero.
Doscientos años después de su muerte, Valentín fue elevado a los altares, instituyéndose ese mismo día, 14 de febrero, la festividad de San Valentín, que se dedicó, como era de esperar, a todos los enamorados, ya que fue la defensa del amor lo que le condujo al martirio.
Un suceso luctuoso convertido en una celebración jubilosa por mor de un súbdito díscolo pero romántico.
Y ya que salió, aprovecho para aclarar que la locución preposicional, “por mor de...” es una figura de dicción que significa “por amor de”, nunca más oportuna que en el remate de esta pequeña colaboración dedicada a una fecha erótica.
Amigos, felicidades a todos los que la celebren.

Luque Maricarmen

El uso del plural

En nuestra lengua, como en todas las lenguas románicas, hay muchas palabras latinas que pasaron al idioma en su versión original, por lo que pueden plantear dudas en algún aspecto gramatical, como es la formación del plural.
Sobre la formación del plural de los latinismos, tradicionalmente se recomendó mantener la palabra invariable en los terminados en consonante, pero muchos de ellos se acomodaron ya, en el uso mayoritario, a las reglas de formación del plural que rigen para el resto de las palabras; por lo que, como norma general, los latinismos hacen el plural en –s, en –es o quedan invariables según sus características formales.
Déficit, en plural déficits, es un latinismo tomado del francés. El sentido general de la palabra es ‘insuficiencia o escasez’. Sin embargo, a finales del siglo XVIII, comenzó a usarse en el ámbito económico con el sentido de ‘diferencia negativa entre ingresos y gastos’; por ej. “Muchos países están afrontando la crisis con enormes déficits públicos”.
La palabra plus (del latín plus, más) que significa ‘gratificación o sobresueldo que se da en circunstancias extraordinarias’, hace el plural en pluses. Lapsus (del latín lapsus, resbalón), la ‘falta o equivocación que se comete por descuido, en plural es invariable, lapsus.
El hábitat, ‘lugar de condiciones apropiadas para que vivan organismos, comunidades o animales’, en plural es hábitats. Vademécum (del latín, vade, ven, mecum, conmigo) en plural, vademécums, es el ‘libro (o libros) pequeño, de fácil manejo para la consulta inmediata de informaciones fundamentales’.
Sin embargo, la palabra álbum (en latín, blanco) ‘libro en blanco cuyas hojas se llenan de escritos breves, poemas, frases, fotografías, piezas musicales, etc.’, en plural es álbumes. Y currículum vitae (en latín, carrera de la vida) que es ‘la relación de títulos, honores, trabajos, datos biográficos, etc., que califican a una persona’, cuyo plural latino, currícula vitae, se conserva en inglés, en español hace el plural como el singular, unque se aconseja sustituir la palabra latina por la traducción española, currículo, en singular, currículos, en plural

Luque Maricarmen


Frutas y hortalizas en el castellano

De los distintos nombres que en nuestra lengua, extendida a lo largo de veintiún países, se puede dar a las cosas que comemos, dan fe una serie de frutas y hortalizas que hoy he seleccionado al azar. Y toda esa variedad de nombres es español. Español o castellano; tanto da.
El vocablo papa, nombre de ese tubérculo, regalo de la naturaleza para alimento del hombre, y que tantas formas de preparación admite, llegó del quechua en 1540, y como papa se conoció hasta el siglo XVII en que, al cruzarse con la palabra batata, otro tubérculo, dulce, de origen antillano (camote en México) dio el nombre de patata.
Pero tuvo que transcurrir otro siglo para que este nombre se identificara con el de papa. Y es a partir del siglo XVIII cuando ambos nombres, papa o patata vienen usándose indistintamente; papa, de uso más frecuente en América, y patata, en España.
Sin embargo, me consta que el nombre de papa es de uso exclusivo en algunas zonas de la geografía española.
El nombre de calabaza procede de la antigua calapaccia, nombre coincidente en tres romances hispánicos de origen prerromano. La palabra “calabaza” aparece en el español del siglo X, y así se ha conocido a lo largo del tiempo; aunque en el siglo XVIII surge el nombre de calabacín para llamar a una pequeña calabaza cilíndrica, de corteza verde y carne blanca.
Chícharo, del mozárabe cicaro, es el nombre que se dio en el siglo XVIII, en algunas zonas de América, al antiguo bisalto procedente del pisum sapidum latino. El bisalto (nombre que permanece en la región de Aragón, en España) evolucionó a bisaut y de ahí pasó a guisante (s. XVIII) nombre con que se conoce en toda España.
Sin embargo, no es extraño encontrarlo en algún lugar con el nombre de arveja, antigua palabra aparecida en siglo XIII, para referirse a la misma planta. Cuatro nombres diferentes aplicados a una misma realidad.
Esa es la riqueza de un idioma hablado en tantos lugares a lo largo y ancho del planeta.

Luque Maricarmen

Murió Harold Pinter: El privilegio de vivir con un genio

Hoy comienzo con una noticia luctuosa; no es mi costumbre, pero, teniendo en cuenta que alude a un personaje ligado al mundo de las letras, que es lo nuestro, le dedicamos este espacio y nuestro recuerdo.
El día de Nochebuena, a los 78 años, moría víctima de un cáncer, el Nobel de Literatura del año 2005, Harold Pinter.
El escritor, hijo de un sastre de origen judío, había nacido en un barrio obrero de la ciudad de Londres. Desde muy joven dio muestras de rebeldía, pues a los 13 años rechazó la religión y a los 18 se negó a cumplir el servicio militar. Por entonces ya había escrito sus primeros poemas y conocido el mundo del teatro como actor en compañías modestas.
Escribió su primera obra dramática, La habitación a los 26 años; fue el comienzo de una obra literaria cuyos frutos fueron 29 piezas teatrales, además de trabajos para televisión, radio, cine e incursiones en poesía y novela.
Defendía Pinter la tarea del escritor como explorador de la realidad a través del arte. Sostenía que “la verdad en el arte dramático es siempre esquiva. Uno nunca la encuentra del todo, pero su búsqueda llega a ser compulsiva. Es la búsqueda lo que motiva el empeño (....) En el arte dramático no hay una verdad única; hay muchas. Y cada una de ellas se enfrenta a la otra, se alejan, se reflejan entre sí, se ignoran, se burlan...”
En el teatro de Harold Pinter la realidad cotidiana se percibe como un tenso caos en aparente equilibrio. Es un teatro perturbador, desasosegante, virulento a veces, que se hermana con el de Ionesco, Beckett y Kafka.
Su época más prolífica fue la de la década de los sesenta, en la que cimentó su prestigio como gran figura del teatro británico, con obras como El amante, Retorno al hogar, Paisaje y Silencio.
En los años setenta se entrega a la dirección teatral, y ya entonces hace pública su posición política de izquierdas, con actuaciones comprometidas y coherentes.
A pesar de no haber podido recoger el Nobel a causa de su enfermedad, fue capaz, meses más tarde, en 2006, de subirse a un escenario para interpretar, en silla de ruedas, La última cinta, de Beckett, en el Royal Court Theatre.
La que fue su esposa durante los últimos treinta y tres años, Antonia Fraser, declaró a los medios que Pinter “era genial” y que vivir a su lado fue “un privilegio”.
Bonito y sentido epitafio para alguien que se ausenta.

Luque Maricarmen