Muchas veces observamos en nuestra lengua palabras que procediendo de la misma raíz no coinciden en el significado, e incluso algunas expresan su parte negativa. Patriota y patriotero son muestra de ello.
Todos sabemos que el patriotismo es el amor a la patria, y el que ama a su patria y busca su bien es el patriota. Pero no debe confundirse el patriotismo con el patrioterismo, pues esto es propio del patriotero, aquél que alardea y presume excesivamente de patriotismo, sin sentirlo.
Otra muestra de estos vocablos es oficial y oficioso. En el lenguaje periodístico se dice que una noticia o cualquier nota breve es oficial cuando es auténtica porque su fuente es un organismo autorizado, y es oficiosa cuando carece de esa autenticidad.
La inclinación natural del hombre a dejarse llevar de la compasión, la humanidad y la ternura es lo que se llama sensibilidad. Pero no es lo mismo ser sensible que sensiblero, porque la sensiblería es un sentimiento exagerado o fingido.
Entre colaborador y colaboracionista la diferencia es bastante significativa. Ambos trabajan con otras personas para realizar una obra en común, colaboran. Pero mientras el colaborador contribuye a que algo bueno llegue a buen término, el colaboracionista presta su colaboración a algo que no es recomendable ni bueno para nadie.
Y sucede que a veces podemos convertirnos en “colaboracionistas inconscientes”, cuando colaboramos con nuestro silencio o nuestra pasividad a realidades que no deberían darse, como la injusticia, la violencia, la impunidad… y tantos otros males que nos aquejan.
Seamos pues, amigos, siempre colaboradores, pero empeñémonos en que nunca la conveniencia, la comodidad o la cobardía nos convierta en colaboracionistas.
Luque Maricarmen
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