martes, 31 de marzo de 2009

Elfriede Jelinek: La decisión de no callar

El Premio Nobel de Literatura de este año 2004 ha recaído por décima vez desde que se instituyó, hace 103 años, en una mujer: la austriaca Elfriede Jelinek, escritora controvertida y polémica, que hace del texto y la palabra no un objeto de belleza, sino una revisión constante de la realidad.
Nacida en 1946, pasó su infancia y juventud en Viena. A los 18 años sufrió una crisis psíquica la cual determinó su vocación literaria, que compaginó con la musical.
Su forma de escribir resulta para unos, insultante, para otros, insolente.
Jelinek es una autora cuya principal característica es la firme decisión de no callar. No calla ante el sometimiento de la mujer en la institución familiar, ni calla ante la deriva política del mundo, ni lo hace ante el sufrimiento humano. Sus libros son estridentes, ásperos, crudos.
Es una escritora crítica que hace literatura feminista, convirtiendo en tema de sus obras el carácter arbitrario de la sociedad a la hora de repartir los papeles masculinos y femeninos.
Durante años ha golpeado la tranquila conciencia de Occidente, reivindicando a la mujer y acusando a la sociedad de mirar hacia otro lado ante el maltrato y el daño sistemático.
Como escritora social, su literatura es una constante crítica de su país, por lo que es fácil intuir que este Premio Nobel a su obra y a su persona no habrá caído demasiado bien en algunos sectores de Austria, donde la autora es amada y odiada. Sin embargo, es una de las escritoras más apreciadas en los países de lengua alemana, donde sus novelas figuran en las listas de los libros más leídos, y sus obras de teatro se estrenan en los escenarios más prestigiosos de Alemania, Austria y Suiza, causando revuelos políticos y sociales y debates intelectuales y mediáticos.
Su libro más conocido, La pianista, fue llevado al cine y galardonado en el festival de Cannes en 2001.
Elfriede Jelinek es una escritora difícil; sus libros exigen del lector que sea valiente, que mantenga la mente abierta y que tenga una decidida disposición a la lectura lenta y concienzuda. La recompensa es una invitación a la reflexión.

Luque Maricarmen

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