martes, 31 de marzo de 2009

La plaga de algunos términos

Nuestro idioma está plagado de términos derivados de las dos grandes lenguas de la Antigüedad clásica, el latín y el griego, y son tantos “logos”, “grafos” y “fonos”, que a veces confundimos el significado de las palabras formadas con esos sufijos.
Tal sucede con grafólogo y calígrafo.
Grafología y caligrafía tienen en común el sufijo “graf” que es letra. Pero, mientras la grafología relaciona a la letra con “logos” que es estudio o conocimiento (grafología: estudio de la letra), la caligrafía lo hace con “kallós” que es belleza, (caligrafía: belleza de la letra). El oficio del calígrafo fue siempre escribir con hermosa letra. Y como escribía con péndola o pluma, a veces de ave, se les llamó también pendolistas.
Pero, con el paso del tiempo, y casi desaparecido el oficio del calígrafo o pendolista sustituido por los medios mecánicos de escritura, la palabra calígrafo se aplica además a las personas capacitadas para dictaminar acerca de la autenticidad o falsedad de un texto manuscrito.
El grafólogo, por su parte, es el perito en averiguar, por las particularidades de la letra, cualidades psicológicas de quien la escribe.
Tienen también relación entre sí los términos ortografía, ortofonía y ortología. Los tres están formados por el prefijo griego “orto” que significa correcto.
La ortografía, cuya etimología la define como “correcta escritura”, es el conjunto de normas que regulan la escritura de una lengua, y se ocupa del buen uso de las letras y de los signos especiales.
La ortofonía corrige los defectos de la voz y de la pronunciación.
Y la ortología es el arte de pronunciar correctamente, y en sentido más general, de hablar con propiedad, es decir, bien.

Luque Maricarmen

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