martes, 31 de marzo de 2009

Atrabiliarios chovinistas

Huyan, amigos, de cualquier persona que tenga carácter atrabiliario. Porque son personas coléricas, de genio destemplado y violento.
Atrabiliario viene de atrabilis, del latín atra, negra, y bilis, cólera. Literalmente, “cólera negra”.
En medicina, atrabilis es uno de los cuatro humores principales del organismo, según las antiguas doctrinas de Hipócrates y Galeno, las cuales suponían que el cuerpo humano estaba compuesto de varios humores o líquidos, cuyo desequilibrio producía las enfermedades. La atrabilis o bilis negra era la causa de la melancolía y regía los afectos destemplados, el mal carácter, por lo que se atribuye carácter atrabiliario a quienes están permanentemente malhumorados, son irritables, huraños y con tendencias misántrópicas, es decir, manifiestan aversión al trato con los demás.
Muchos conocen el significado del término chovinismo, la exaltación exagerada de lo nacional frente a lo extranjero. Tomó el nombre de Nicolás Chauvin, un soldado francés que expresó su adhesión incondicional a Napoleón a cambio sólo de una módica paga y el reconocimiento militar. Y del francés “chauvinisme” pasó al español chovinismo.
Es chovinista, en general, el que ensalza todo lo relacionado con su tierra, sus valores y su cultura frente a los de los otros.
Pariente del chovinismo es el jingoísmo, un falso patriotismo, o más bien, una patriotería exaltada que propugna la agresión contra otras naciones. La palabra procede del inglés jingo, partidario de una política exterior agresiva.
Es sabido que a los borrachos o a los alcohólicos se les llama también dipsómanos, porque la dipsomanía es eso, la tendencia irresistible al abuso de la bebida, más concretamente, al abuso de bebidas alcohólicas.
Durante mucho tiempo esta enfermedad conllevaba una descalificación moral del individuo que la padecía. Hoy se entiende, más bien, como un problema médico o social.
Aunque, antiguamente, Séneca, de conocida prudencia, salió en defensa del vino, estableciendo la vinculación entre lo espiritual y lo espirituoso: “No dudemos en emborracharnos de vez en cuando, decía, no para ahogarnos en vino sino para encontrar un poco de alivio. El vino libera nuestra alma de los cuidados que la avasallan. Pero con él ocurre como con la libertad: es benéfico a condición de un uso controlado”.
Como todo.

Luque Maricarmen

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