martes, 31 de marzo de 2009

El espanglish levanta pasiones

Alguna vez, desde este espacio, he hablado sobre el tema del espanglish, un tema que, como todos los relacionados con la lengua, levanta pasiones.
Habrá quien piense que hay otros asuntos urgentes y merecedores de más atención, claro que sí. Pero de esos no hay que hablar ni discutir, esos hay que arreglarlos. Mientras que la lengua, nuestra lengua, no necesita arreglo, sino respeto. Basta con que a los que la hablamos nos preocupe su buen uso.
Y vuelvo sobre el asunto del espanglish por la polémica surgida alrededor de un artículo periodístico en defensa del mismo.
Es una realidad que el espanglish, esa lengua híbrida utilizada por personas que no han tenido acceso a la enseñanza de ninguna de las dos lenguas que lo componen, español e inglés, está ahí. Pero de ahí, a pasar a su defensa y apología como lengua de comunicación es pura demagogia. Y como toda demagogia, no responde sino al deseo de ser reconocido como defensor de las causas débiles.
Flaca defensa es la de quien defiende algo carente de calidad, que surgió de la necesidad de comunicarse, hablantes desconocedores de la lengua en que habían de expresarse, en lugar de proponer y alentar la creación de medios e instrumentos para que esos “espanglohablantes”, si es que sirve la palabreja, puedan expresarse con corrección en las dos lenguas que necesitan, pero que sólo chapurrean.
Y no vale establecer un paralelismo entre el espanglish y las lenguas románicas que surgieron del contacto del latín con las de los pueblos que iban dominando.
Porque, si bien el latín ya estaba en el inicio del proceso de descomposición, y las lenguas con que se juntaba eran lenguas primitivas y poco desarrolladas, en cambio el español y el inglés son lenguas firmemente consolidadas, con un largo historial literario y en constante expansión. No me parece el mejor camino para la integración alentar el uso de una pseudolengua que, a la larga, se convertirá en seña discriminatoria de los que, por razones ajenas a su voluntad, no tuvieron la oportunidad de aprender bien su lengua materna ni la del país de adopción. Aprender o afianzar la lengua materna para usarla con dignidad y sin absurdos complejos y adoptar el inglés como instrumento de comunicación preferente, por ser la lengua del país donde viven, es el mejor camino para integrarse y evitar una dolorosa pérdida de identidad.

Luque Maricarmen

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