martes, 31 de marzo de 2009

La nicotina de Nicot

Hace tiempo, leí un artículo periodístico sobre el tabaco, y hoy rescato algunas cosas de él porque sé que a muchos les va a interesar. Pero no se preocupen, no voy a entrar en tópicos que todos sabemos de memoria, ni a escribir argumentos alarmantes cuyo poder disuasorio muchos fumadores quisieran para sí.
Sólo voy a hacer historia, una historia que empezó a echar humo hace más de cuatrocientos años.
Allá por el siglo XVI, un diplomático francés, embajador en Lisboa, Jean Nicot, recibe a un mercader que viene del Nuevo Mundo y le muestra las hojas de una planta desconocida en Europa, a la que los españoles llamaban tabaco.
El embajador envía la planta a Francia, dando instrucciones a botánicos y naturalistas sobre la forma de cultivarla, en vista de las propiedades beneficiosas que parecía tener para la salud.
De esta forma, el nombre de Nicot quedó ligado para siempre al componente básico del tabaco, la nicotina.
En los años 30 del siglo XX, se celebró la efemérides de los hechos que les acabo de relatar, con un Congreso Nacional de Fumadores, donde una francesita es nombrada reina del tabaco en París, y sobre una norteamericana recae el título de “la fumadora más bella del mundo”.
Los festejos se multiplican y un regimiento de hombres disfrazados de cigarrillos desfilan por la Quinta Avenida de Nueva York.
En Hollywood triunfa el tabaco, y ellos y ellas asoman a las pantallas con el inevitable cigarrillo entre los labios.
Fumar es una divisa de virilidad en el hombre y de modernidad en la mujer.
Pero, de repente surge la alarma: “el tabaco perjudica”, y la cuestión tabaquera da un giro total.
Los fumadores, envueltos en el repudio público, caminan hacia el exilio acosados por el hostigamiento de los no fumadores. Son arrinconados y perseguidos y tienen que esconderse para echar humo.
Y aunque todos estamos de acuerdo en la necesidad de erradicar el tabaquismo de nuestra sociedad, ¿no sería posible hacerlo sin que la vista de un fumador provoque tal condena y desprecio?
Que conste que yo no fumo, ¿eh?

Luque Maricarmen

No hay comentarios: