miércoles, 25 de marzo de 2009

Precaución con las parónimas

Es fácil confundir las palabras semejantes, esas que se llaman parónimas porque son parecidas en su forma o en su sonido. Y son numerosas en nuestra lengua. Vean:

Inicuo e inocuo son dos muestras de ello. Inicuo es el malvado, el injusto, el que comete iniquidades. ¡Líbrenos Dios de los inicuos! Sin embargo, inocuo es lo inofensivo, lo que no hace daño.

Entre asilar y exiliar a veces surgen dudas. Por eso conviene precisar que asilar es dar asilo, protección o cobijo. Exiliar o exilar es expulsar a alguien de su tierra, generalmente por motivos políticos. Y los dos verbos van uno a continuación de otro, pues los asilados son los que encuentran protección oficial en otro país al haber sido exiliados/exilados del suyo. Y el exilio puede ser forzoso o voluntario, según se le haya expulsado de su patria o, por el contrario, voluntariamente se haya expatriado.

Hay dos palabras sin semejanza alguna que, sin embargo, con frecuencia se usan una por otra en el lenguaje coloquial. Son envidioso y egoísta.

“Ese tipo es un envidioso, todo lo quiere para él”, se oye decir. Pero se le está dando al vocablo envidioso un sentido que no es el suyo. Porque lo cierto es que quien no quiere dar de lo suyo a los otros o compartirlo con los demás es egoísta, no envidioso. El egoísmo es el excesivo amor por uno mismo, que hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás.

Llamar envidioso al egoísta es confundir un pecado con un defecto. Porque la envidia es más grave; es la tristeza o el pesar por el bien ajeno; es envidioso el que desea lo que otro tiene, doliéndose de que lo tenga.

Evidentemente, el egoísmo es más leve que la envidia, y el egoísta hace menos daño que el envidioso.

Y termino aclarando que cuando se rompe el hilo de lo que se está diciendo y se habla de otras cosas ajenas a ello, se hace una digresión, no una disgresión, como a veces se oye. Vean el ejemplo: “Cuando llegó el momento de explicar el reparto de las ganancias, hizo una digresión sobre la inutilidad del dinero”. ¿Sería por no repartir?

Luque Maricarmen

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