miércoles, 25 de marzo de 2009

Todo tiene su razón

Sobre las frases hechas, dichos, refranes y proverbios, hay mucho escrito, y lo que hay escrito suele ser ameno e interesante.
Cuando alguien se marcha de donde está, repentinamente y sin despedirse, se dice que se despidió “a la francesa”.
La expresión nació en el siglo XVII, cuando en la corte francesa se puso de moda abandonar las reuniones “sans adieu”, esto es, “sin adiós”, con lo que se daba a entender que, a pesar de que la reunión era agradable, uno tenía que irse por alguna razón ajena a su voluntad. Esa conducta entraba en las normas de la cortesía palaciega, donde se consideraba de mal gusto avisar de la marcha, y de peor educación aún, excusarse por irse.
Tal costumbre fue mal vista en el resto de Europa, dando lugar a la frase mencionada de: “despedirse a la francesa”. Aunque los franceses dicen hoy, en esa misma situación, “despedirse a la inglesa” o “despedirse a la española”.
Habrá que enterarse si es por devolver la pelota o si tiene fundamento.
Cuando dos personas hablan mal de una tercera, afeándole sus defectos o injuriándole, se dice que lo están poniendo “de chupa de dómine”.
La “chupa” era un saco o chaquetilla modesta que solía vestir el “dómine”, maestro de gramática latina: un individuo siempre de cortos recursos y cuya falta de aseo era proverbial. Ambas cosas se juntaban para que la “chupa” que usaba estuviera siempre sucia o vieja, o sea, hecha un trapo. Por eso, poner a alguien “como chupa de dómine” es lo mismo que ponerle “como un trapo”.
Cuando alguien destaca por su orgullo, vanidad y presunción, se dice que “tiene muchas ínfulas”.
La ínfula era un adorno de lana blanca, a manera de venda, con que se cubría la cabeza y de la cual colgaba a cada lado una cinta o listón. Antiguamente se usaba como símbolo de autoridad o como señal de clase alta. Solía ser ancha y se retorcía como una guirnalda, colocándose a modo de diadema y atándose por detrás con los listones colgantes.
Los sacerdotes paganos y los reyes de la antigüedad las usaban como distintivo de su dignidad. Por todo ello, del orgulloso, engreído, vanidoso o fatuo se dice que “tiene muchas ínfulas”.
Como ven, amigos, todo lo que decimos tiene su porqué. Otro día les cuento más.

Luque Maricarmen

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