miércoles, 25 de marzo de 2009

El surgimiento de la filatelia

Si alguno de los que me leen es aficionado a la filatelia, o sea, a coleccionar y estudiar los sellos de correos o timbres, tal vez sienta curiosidad por saber cómo surgió esta afición y quién fue el primer filatélico o filatelista, porque de ambas formas se llama.
Cuentan que en 1835, un miembro del Parlamento británico, Rowland Hill, fue sorprendido en un viaje por una fuerte tormenta y tuvo que guarecerse en una posada, donde fue testigo de un hecho curioso: Un empleado del servicio de Postas entregó una carta a una criada quien, después de revisar el sobre, se la devolvió al funcionario alegando que no tenía dinero para pagar la tarifa de envío, dado que en aquel tiempo ésta debía ser pagada por quien recibía la carta, no por el que la enviaba.
El político británico que presenciaba la escena, por ayudar a la criada, se brindó a abonar el importe, pero ella le contestó que no merecía la pena, ya que el sobre estaba vacío. Y le explicó al caballero que, como no sabía leer, su novio, de quien era la misiva, le enviaba solamente el sobre, dibujando en él unas señales, acordadas de antemano, que le informaban sobre su estado de salud, su trabajo y la fecha de regreso a su pueblo.
Por este procedimiento, estaba claro que cualquier destinatario de una carta podía recibir el correo, enterándose de su contenido mediante un código previamente establecido, sin desembolsar ni un penique por el servicio.
Esta fue la razón por la que Mr. Hill propuso en la Cámara de los Comunes la reforma del correo y, a partir de 1840, cada carta debía ser franqueada por el remitente mediante un timbre o sello de Correos engomado que se aplicaba al sobre.
El primer sello que se imprimió llevaba la efigie de la reina Victoria, y con él surgió el primer filatélico o filatelista; fue un miembro del servicio de conservación del Museo Británico quien desde el periódico Times solicitó el intercambio de sellos, naciendo así la filatelia, que hoy cuenta con miles de aficionados en el mundo entero.
¿Curioso, no? Otro día, más...

Luque Maricarmen

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