martes, 24 de marzo de 2009

Del hacer al decir

Las actividades, los pasatiempos y las costumbres van dejando rastro en el lenguaje y dando forma, poco a poco, al idioma. Nuestra lengua está llena de palabras y expresiones que pasaron y pasan del hacer al decir.

Tener en jaque a alguien es atacarlo, tenerlo bajo amenaza, perturbarle de manera que no pueda realizar sus propósitos; y, como muchos saben, la expresión viene del ajedrez: ese juego que, según parece, se inventó en la India hacia el siglo VI y fue introducido en Europa por los persas en el IX. Y allí, durante los siglos XV y XVI, fue modernizándose hasta tomar la forma actual.

El jaque —procedente del Shack, rey en persa— se produce cuando ciertas piezas atacan al rey; y, si éste no tiene escapatoria, la jugada es “jaque mate”, con lo que se da por terminada la partida.

Del argot taurino nos llegan decenas de expresiones. Estar al quite es una. El quite es un lance en el que el torero, con el capote, trata de distraer al toro para librar a otro del peligro de la embestida. Por eso, “está al quite” el que está preparado, listo, para acudir en auxilio o defensa de alguien.

Ve los toros desde la barrera: quien se desentiende de algún asunto e, incluso, se permite aconsejar sin implicarse en él. Como hacen los espectadores en las corridas de toros cuando, parapetados y bien protegidos por las barreras, se permiten dar al torero instrucciones, gritándole, además, que se arrime al animal.

Dar la puntilla a alguien es acabar con él, en sentido figurado, con un gesto definitivo y preciso; como hace el torero con el toro agonizante cuando, con un pinchazo certero, acaba con su vida. En un debate político, un orador da la puntilla a su oponente cuando, con una frase o un breve razonamiento, desbarata sus argumentos.

Y se corta la coleta: quien se aparta de alguna afición o deja de hacer algo que hasta entonces había estado haciendo. Como se la corta el torero para significar su retiro definitivo de los ruedos. Pero hoy no se habla de una coleta verdadera, como la de los toreros del siglo XIX. Lo de hoy no es coleta, sino un pequeño chongo o rodete postizo que llevan prendido en la nuca, aunque la expresión permanece.

Luque Maricarmen

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