miércoles, 13 de mayo de 2009

Sustantivos que indeterminan

Cuatro palabras existen en español, desde antiguo, para expresar la idea de personas no determinadas. Son fulano, zutano y mengano.
Fulano, procedente del fulan árabe, aparece en el siglo XII significando “tal”, y se usó durante mucho tiempo como adjetivo, así: “fulano lugar o fulana isla”, lo que hoy se diría “tal lugar o tal isla”.
Con el tiempo, se aplicó, ya como sustantivo, a alguien de quien no se conoce o no se quiere expresar el nombre: ese fulano o aquella fulana. Hoy este uso ha tomado cierto matiz despectivo.
La historia de zutano es curiosa: tiene su origen en la antigua interjección, “zut”, que se empleaba para llamar a alguien sin nombrarlo. De ahí pasó a “shut” en otras lenguas, de donde derivó a nuestro “chist”, sonido de chistar, que es lo que se hace para llamar la atención de alguien, sin llamarlo por su nombre.
Pero de ese antiguo “zut”, pasó a llamarse “don zut” a aquél cuyo nombre se ignoraba, y finalmente, se le añadió la misma terminación de fulano, para expresar la idea de éste, surgiendo así zutano.
Y más tarde, en el siglo XIX, procedente del árabe mankán, aparece mengano, igualándose en el significado y la terminación, con fulano y zutano. Quedan así los tres vocablos para expresar la misma idea de identidad indeterminada, y suelen usarse juntos.
Y aún más: a finales del siglo XIX, surge otra, menos conocida por menos usada: perengano, posiblemente un cruce de Pérez y mengano, identificándose con el sentido de las tres anteriores.
Y así quedó una serie de palabras para referirse a las personas de las que se ignora u omite el nombre, y que suelen usarse en frases como: “Nunca se sabe de quién es la culpa; el caso es que unas veces por fulano, otras por zutano, otras por mengano o perengano, siempre están las cosas mal hechas”.
Es una forma de no señalar.

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