sábado, 2 de mayo de 2009

Hablamos y escribimos un idioma rico

La verdad, amigos, es que hablamos y escribimos en un idioma rico, expresivo y bello. Nuestra lengua posee tantos matices, que una sola raíz cuando está acompañada de los distintos afijos (prefijos y sufijos) aportados por las diversas lenguas que conformaron la nuestra, genera múltiples significados, aumentando casi indefinidamente el número de vocablos. Y así, nuestra capacidad de expresión es casi ilimitada. Es sorprendente, sin embargo, que la mayoría de los hablantes nos conformemos con un reducido número de términos para hacernos entender. Cierto que el fin primordial del lenguaje es la comunicación, pero, ¿por qué desperdiciar las infinitas posibilidades de nuestro idioma para comunicarnos mejor? ¿Y por qué no reflexionar sobre él de vez en cuando?
Para hacerlo les propongo algunas palabras sobre las qué pensar. El sentido del sufijo aumentativo “on” es aumentar o añadir intensidad. Sin embargo, a veces hace lo contrario. Por eso vemos que la pluma es cada una de las piezas que forman la cubierta exterior (plumaje) de un ave, mientras el plumón, que nace en la parte más interior, es más suave y más pequeña.
La rata es un roedor de unos 36 centímetros, con cola incluida, más grande que ratón, que no pasa de los 20 centímetros y, curiosamente, frente a pelo está pelón que significa carencia de lo que expresa la palabra de que procede. Curiosidades del lenguaje.
Los prefijos “ante” y “anti” a veces son confundidos. “Ante” denota anterioridad y equivale a “antes”. “Anti” es lo opuesto y equivale a “contra”. Por eso, anteayer es antes de ayer, anteproyecto, antes del proyecto. Así como antitusígeno es contra la tos, y antisocial, opuesto a la sociedad. Con esto queda aclarada la duda sobre si a lo que sucedió antes del diluvio, me refiero al diluvio universal, cuando Noé se encerró en un arca con una pareja de cada especie animal, se le aplica el calificativo antidiluviano o antediluviano. Y por extensión, se califica de antediluviano a lo que es antiquísimo.

Luque Maricarmen

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