miércoles, 13 de mayo de 2009

Algunos genios de la lengua

Cuando hablamos del “genio de la lengua” no nos referimos sólo a ese duendecillo que con frecuencia enreda en el idioma haciendo que, de repente, algo se aparte de la norma establecida y nos confunda.
El genio de la lengua se refiere también a esa condición peculiar, a ese “algo” distinto y propio de cada idioma y de sus hablantes.
Por eso, tantas veces, cuando tramos de traducir literalmente, de pasar ciertas palabras o giros de una lengua a otra, no es posible trasladar todo lo que esa palabra o giro contiene de la forma de ser, de la idiosincrasia de los que hablan el idioma al que la palabra pertenece. Y sucede a menudo que a la lengua receptora le cae como camiseta prestada.
Por ejemplo, la lengua inglesa da a la primera persona gramatical, yo, la letra mayúscula I, por la que evidentemente fluye el ego individual.
Un anglohablante puede escribir algo así: I am working and after I will go to the cinema, but I dont want to keep awake because tomorrow I have to wake up early.
Por el contrario, el hispanohablante prescinde de palabras egocéntricas, que están expresadas implícitamente con la presencia del verbo en primera persona: Estoy trabajando y después iré al cine, pero no quiero desvelarme porque mañana tengo que despertarme temprano.
¿Por qué? Por algo será.
El anglosajón habla con muchos más posesivos que el hablante de español. Sin embargo, los frecuentes calcos del inglés han conseguido que ya no sea extraño oír: “Tengo mi dinero en el Banco, o iré a buscarte en mi coche” o “me duele mi cabeza”, cuando siempre se dijo: “tengo el dinero en el Banco”, o “iré a buscarte en el coche” o “me duele la cabeza”.
Está claro que la lengua no es sólo un conjunto de signos para comunicarse, sino una manera de sentir y de pensar que nos caracteriza, el genio de la lengua, y como tal, no debemos renunciar a él, sino hacer nuestro aquello de “genio y figura... hasta la sepultura”.

Luque Maricarmen

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