sábado, 2 de mayo de 2009

La historia detrás de las palabras

Hoy, amigos, una palabra que nos llegó del griego: ostracismo. En español, es la exclusión voluntaria o forzosa de los oficios públicos, a la cual suelen dar ocasión los trastornos políticos. Procede del vocablo ostrakismós, y fueron los atenienses quienes lo acuñaron para referirse al destierro político. Lean su historia.
Hacia el año 510 a.C., los atenienses, sometidos durante largo tiempo al régimen de los tiranos (palabra, por cierto, también de procedencia griega que se aplicaba a los individuos que ejercían el poder absoluto), decidieron acabar con él, y se les ocurrió el establecimiento de un mecanismo democrático que llamaron ostrakismós.
Una vez al año, la Asamblea Popular efectuaba una votación por la que se designaba a la persona pública que hubiera dado muestras de tiranía o que hubiese acumulado excesivo poder sobre los demás.
El individuo que recibía más de 6 mil votos (aproximadamente la cuarta parte de los ciudadanos con derecho a voto) era desterrado por un periodo de 10 años, tiempo que luego sería rebajado a la mitad. Y ahora viene lo curioso.
Para la votación se empleaban unos pequeños trozos de teja de cerámica con forma de concha, llamados ostrakón, donde los votantes escribían el nombre del condenado al exilio. Del nombre de las tejuelas surgió la palabra ostrakismós, origen de nuestro ostracismo.
Pero el ostracismo no era un exilio deshonroso, sino una medida de precaución excepcional contra los ciudadanos cuya ambición o influencia podían poner en peligro la democracia. De hecho, el desterrado era libre de ir donde quisiera, sus bienes eran respetados, e incluso a su regreso recibía una cordial bienvenida.
El primer caso conocido de esta práctica es del año 487 a. J.C. Hiparco, y el último, Hipérbolo en 417 a. J.C.
Como siempre, la historia detrás de la palabra.

Luque Maricarmen

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