miércoles, 13 de mayo de 2009

La tarántula y el atarantado

Hoy les paso el resultado de una búsqueda interesante por los caminos de la lengua: el origen de palabras, esas que usamos con frecuencia, sin plantearnos la mayoría de las veces de dónde vienen y cómo llegaron hasta nosotros.
El vocablo agenda procede del verbo latino agere que es “hacer”; en gerundio, agenda, tiene matiz de obligación, y significa exactamente “lo que se ha de hacer”. Por eso pasó a nombrar ese libro o cuaderno en que se apunta, para no olvidarlo, aquello que se tiene que hacer. Claro que hoy, con los adelantos de la técnica, el librito ha sido sustituido por la agenda electrónica portátil, ese instrumento prodigioso convertido en compañero inseparable e insustituible del ciudadano del siglo XXI.
Todos sabemos que el tabaco es de origen americano. La planta y la costumbre de fumar sus hojas (observadas por Colón en 1492) son oriundas de este continente, pero no la palabra. Las palabras “tabacco” y “atabaca”, procedentes del tabbaq o tubbaq árabe, se emplearon en Italia y en España desde 1410, pero eran nombres de hierbas medicinales que mareaban o adormecían. Pudo suceder que los españoles trasladaran este nombre europeo a la planta americana al ver que con ella se emborrachaban los indígenas antillanos.
¿Sabían que la palabra tarántula llegó al español en 1495, del italiano tarantola, procedente del nombre de la ciudad de Tarento, por abundar esta especie de araña en sus alrededores? De la misma raíz se derivó el verbo italiano attarantare cuyo significado era “morder la tarántula causando daños nerviosos”. Y de ahí surge nuestro verbo atarantar, que es aturdir, y el adjetivo atarantado, que es “picado de la tarántula”; aunque en el lenguaje coloquial el atarantado es el inquieto, el aturdido, e incluso el de poco juicio.
Y termino con dos palabras poco frecuentes, pero interesantes: talasocracia, que es el dominio sobre los mares, o el sistema político cuyo poder reside en el mar; y talasoterapia, el uso terapéutico de los baños o del aire del mar. Ambas tienen su origen en el vocablo griego thalass: mar.

Luque Maricarmen

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