miércoles, 1 de julio de 2009

El tema de la corbata

En estos días se ha puesto de moda en España la corbata. Bueno, en realidad la moda no es de hoy, pues Cicerón, el gran orador romano del siglo I antes de Cristo, famoso por sus Catilinarias, discursos en los que puso “fuera de juego” al conspirador Catilina, en las sesiones del Senado ya llevaba al cuello la focale, especie de corbata cuyo nombre nada tiene que ver con el que hoy le aplicamos.
Pero antes de seguir adelante, para no confundirles, aclaro que lo que se ha puesto de moda es el tema de la corbata. Y los ciudadanos asistimos atónitos a la “guerra de la corbata”, en la que unos políticos desaconsejan a los funcionarios su uso en verano, aun en los actos solemnes, para combatir el calor y economizar energía, y otros, se las envían de regalo para que la clase y distinción no desaparezca de los foros políticos.
Y es que la corbata, según nos cuenta el magnífico periodista Raúl del Pozo, parece un tema recurrente a lo largo de la historia.
En cierta ocasión, Mussolini se pavoneaba luciendo una horrible corbata, hasta que el escritor Curzio Malaparte se detuvo frente a él, y a la pregunta del Duce: “Qué mira?”, respondió: “Estoy viendo que lleva una corbata horrorosa”. Hace unos años, en la Cumbre Iberoamericana, en Chile, fue el entonces presidente del Gobierno español, José María Aznar, quien mirando fijamente a Fidel Castro, le espetó: “¿Por qué te has puesto una corbata tan fea?” Ante la excusa de Castro, Aznar le ofreció una suya.
No deja de sorprender la capacidad del político de minimizar cuando la magnitud de las cuestiones que les ocupan a tantos nos desborda.
Pero a mí me ocupa otro tema, ¿cómo esa tira de seda o de otra tela que se anuda alrededor del cuello, dejando caer los extremos, llegó a nosotros con el nombre de corbata?
A partir del francés cravate. En el siglo XVII, durante la Guerra de los Treinta Años, en el ejército francés luchaba un cuerpo de croatas contratados por el Gobierno de Francia, a los que se nombraba con el gentilicio, “cravate”. Estos soldados usaban al cuello, como distintivo, una tira de tela, generalmente de seda; el uso de la prenda se puso de moda entre los civiles y se extendió más allá de las fronteras del país, recibiendo el nombre de los primeros usuarios. Como crovatta pasó al italiano y de ahí al español, corbata.

Luque Maricarmen

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