domingo, 3 de enero de 2010

Los orígenes de la mirra y el incienso

Hoy, cercanas ya las fiestas navideñas, les traigo la historia de la mirra, una de las ofrendas que los Santos Reyes, o Reyes Magos, presentaron a Jesús cuando, siguiendo la estrella, llegaron al Portal de Belén.
La palabra, de origen griego, nombra a una resina amarga, aromática, semitransparente y brillante. Tiene propiedades antiespasmódicas y estimulantes, y procede de un árbol que crece en Arabia y Abisinia.
La mirra debe su nombre al personaje mitológico Myrra, hija de un rey de Chipre. La diosa Afrodita hizo que Myrra se enamorase de su padre; pero, después del incesto, huyó y fue transformada en el árbol que lleva su nombre, cuya corteza se abrió para dar nacimiento al bello Adonis.
El incienso, mucho más conocido, fue otro de los presentes con que los Reyes obsequiaron al Niño Dios. La palabra procede del latín incendere, encender. Es otra resina muy aromática que, desde hace siglos, se quema en las ceremonias religiosas. El incienso se obtiene por exudación de una planta arbórea, el Olíbano que crece en Asia, aunque también son inciensos otras resinas o aceites aromáticos.
La costumbre de quemar inciensos o sustancias aromáticas en los exorcismos, se introdujo para contrarrestar los hedores nauseabundos que, según se creía, acompañaban las manifestaciones del demonio.
Inciensos y perfumes se utilizaron también en las purificaciones y el efecto que causaban en las personas hizo que entraran a formar parte del ritual de algunos cultos.
El cristianismo, en un principio, consideró pagano el uso del incienso y lo rechazó, pero con el tiempo terminó adoptándolo, primero en las ceremonias funerarias y luego, cada vez más, en la liturgia, tanto en Oriente como en Occidente.
Y para terminar, les presento una palabra poco frecuente, onanismo, que entró en nuestro idioma en el siglo XIX. Equivale a “masturbación” y debe su nombre al personaje bíblico Onán, hijo de Judá, quien fue obligado por su padre a contraer matrimonio con la viuda de su hermano, para asegurar la descendencia. Pero Onán cohabitó con su cuñada de tal manera que no hubiera concepción, por lo que tomó el nombre de onanismo la práctica sexual en la que no se busca la concepción, identificándola con masturbación.

Luque Maricarmen

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