lunes, 10 de agosto de 2009

El español está lleno de parónimos

La paronimia es un término lingüístico que se refiere a la semejanza de forma entre dos palabras y esas palabras semejantes son parónimas.
Nuestro idioma está lleno de parónimos lo que muchas veces provoca confusión. Les presento algunos, de uso frecuente.
Acerbo es un adjetivo que se aplica a lo que es áspero o agrio al gusto. Pero también puede aplicarse a algo cruel o riguroso; por ej. “se desahogó con críticas acerbas contra sus jefes”.
Todos sabemos que el éxtasis es un estado de exaltación provocado en el ánimo por un sentimiento de alegría o admiración. Nada que ver con la estasis que es el nombre que recibe, en Medicina, el estancamiento de la sangre o de otro líquido corporal.
Y ninguna relación tiene el adjetivo extático, derivado de éxtasis, por ej. “la potencia alucinógena de esas plantas se usó para provocar experiencias extáticas”, con el adjetivo estático, cuyo significado es “que no se mueve”.
Al escribir, e incluso al hablar, podría ocasionarnos problemas importantes confundir el verbo espirar, que es expulsar aire de los pulmones, con expirar, que, como saben, es morir. Y casi tan peligroso puede resultar el empleo del verbo espiar, observar secretamente algo o a alguien, con expiar, que es pagar por una culpa o delito.
Y más de una vez he sido testigo de la confusión entre las palabras vocal, que pertenece a la voz, con bucal, perteneciente a la boca, al referirse a los ligamentos que tenemos en la laringe, que al vibrar producen la voz, como “cuerdas bucales”. Olvidando que ni nuestro aparato fónico está en la boca, sino en la garganta, ni las cuerdas toman el nombre del lugar donde se encuentran, sino del sonido que producen: la voz. Por lo que las cuerdas no son bucales sino vocales.
Sin embargo, son sinónimos, es decir, significan lo mismo, los verbos influenciar e influir. El significado de ambos es “producir una persona o cosa ciertos efectos sobre otra”. Durante siglos, solo existió en español, influir. A mediados del siglo XIX, a partir del francés influencer, entró en nuestra lengua influenciar, y su uso se generalizó en todo el ámbito hispánico. Influenciar se acentúa como anunciar.
Pueden usarse los dos indistintamente, aunque influir suele construirse con un complemento introducido por las preposiciones —en o —sobre: siempre tratas de influir en tus amigos. La psicología del escritor suele influir sobre lo que escribe.

Luque Maricarmen

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