viernes, 14 de febrero de 2014

Sobre el estornudo

Sobre el estornudo hay mucho escrito. El origen de la palabra está en el verbo latino sternutāre tomado literalmente del sonido que causa el que estornuda como si exprimiera las tres primeras consonantes del vocablo latino str. La verdadera raíz del verbo estornudar como la de todas las palabras que pertenecen al lenguaje de la naturaleza es la armonía imitativa, esa grande y maravillosa etimología de la creación. Los antiguos daban al estornudo distintos agüeros: era señal fatal si se estornudaba hacia la izquierda y augurio favorable si se hacía hacia la derecha, presagio de felicidad para el que estornudaba al nacer. Señal de buen agüero si se estornudaba por la tarde, malo si se hacía por la mañana y peor si se producía al salir de la cama.
En la antigüedad se llamó al estornudo “pequeña muerte” pues se creía que al estornudar el alma se separaba del cuerpo. Pero, de dónde vienen las expresiones que se dirigen hacia el que estornuda: en tiempo de Aristóteles el estornudo era tenido como algo divino razón por la que al estornudaba se le decía “Vive! que Zeus te salve”. Los romanos decían “Salve!”, nadie era indiferente a un estornudo y si no había quién saludara al estornudador el mismo lo hacía.
Cómo el estornudo era muchas veces aviso de resfriado y parece que en la peste que sacudió Roma en el siglo VI los infectados morían estornudando se impuso la costumbre entre los cristianos de responder a un estornudo ajeno con las expresiones de “Dios te bendiga”, “Jesús” o “Salud” con el fin de espantar la enfermedad.
Avicena, un médico árabe del siglo X, explicaba la costumbre del saludo al considerar el estornudo como señal de un desorden físico, por lo que era bueno desearle salud y pedir a Alá que lo librara del mal. Los alemanes ante el estornudo también dicen “salud”, los italianos “felicidad”. En la cultura anglosajona se dice “un estornudo un deseo, dos estornudos un beso, tres estornudos algo mucho mejor”.
El escritor y ensayista francés del siglo XVI Montaigne escribe sobre el estornudo éstas palabras: “¿Me preguntáis de dónde proviene esa costumbre de bendecir a los que estornudan? Nosotros producimos tres clases de viento: el que sale por abajo es demasiado puerco, el que exhala nuestra boca lleva algún reproche de glotonería, el tercero es el estornudo y porque viene de la cabeza y no es acreedor de censura le dedicamos honroso recibimiento, no os burléis de esta sutileza de la cuál Aristóteles es el padre.
Curiosa y larga historia la del estornudo. De las diferentes interpretaciones que se le ha dado a través del tiempo y las distintas expresiones que lo acompañan.

Maricarmen Luque

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