miércoles, 10 de marzo de 2010

Verbos que a menudo crean confusión

Los verbos que a menudo se confunden son atribuir e imputar. El primero, atribuir, es determinar, a menudo sin seguridad, que alguien o algo es causa, origen o autor de alguna cosa; es también adjudicar a alguien o algo una determinada cualidad.



Se atribuye un cuadro a quien se supone que lo pintó, una obra literaria a quien la escribió, una composición musical al que la compuso y una acción a quien la hizo.



También uno mismo puede también atribuirse o adjudicarse algo. Pero cuando lo que se atribuye es algo reprobable, el verbo adecuado es imputar. Alguien se convierte en terrorista cuando se le imputa un delito de terrorismo. Y se imputa el crimen al asesino o el robo al ladrón. El señalado por la imputación es el imputado, responsable de lo imputable. Por consiguiente, no se puede imputar a nadie algo bueno.



De la misma familia semántica es el verbo tildar: atribuir a alguien (o algo) una característica negativa, la cual va introducida por la preposición de: “En su época, Galileo fue tildado de hereje”. Es incorrecto su empleo con adjetivos de significado positivo; nadie podría ser tildado de inteligente, de tolerante o de cualquier otra buena cualidad.



Dos adjetivos muy semejantes en su forma, pero de distinto significado, son inmune e impune.



Inmune es libre o exento de algo considerado perjudicial o molesto. Una persona que se vacuna suele hacerse inmune a la patología del virus que se le ha inoculado. Porque eso es inocular, introducir en un organismo una sustancia que contiene los gérmenes de una enfermedad. Exactamente el efecto que causa la vacunación. Inmune es sinónimo de invulnerable. Pero nada tiene que ver con impune, que significa “sin castigo”. La justicia defiende que ningún delito quede impune.



A propósito, ¿sabían que el verbo vacunar y el sustantivo vacuna tienen su origen en la palabra vaca? La vacuna es una enfermedad vírica que afecta al ganado vacuno, es inoculable al hombre, en el que provoca leves trastornos, pero le inmuniza contra la viruela. Fue en 1796 cuando el científico Jener descubrió la vacuna como tal y la aplicó como remedio contra esa enfermedad. El término vacuna se generalizó para referirse al virus o principio orgánico que convenientemente preparado se inocula a personas o animales para preservarlos de una enfermedad determinada.

Así se va haciendo la lengua...



Luque Maricarmen

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